Si algo ha demostrado My Hero Academia a lo largo de los años, es que ser un héroe no se trata solo de usar un don llamativo o vestir un traje imponente. Se trata de decisiones difíciles, zonas grises y personajes que, lejos de los reflectores, sostienen el mundo con la fuerza de su carácter. Y si hay alguien que encarna todo eso es Shota Aizawa, mejor conocido como Eraser Head.
Hasta ahora, muchos lo reconocíamos simplemente como el estricto, aunque justo, profesor de la Clase 1-A. Pero My Hero Academia: Vigilantes, el nuevo spin-off disponible en Crunchyroll, nos muestra otra cara del personaje: una mucho más cruda, activa y humana.
Eraser Head, más que un simple profesor
Eraser Head siempre ha sido un personaje intrigante. Callado, ojeroso, metódico, con una actitud que va en contra del idealismo típico de los héroes de renombre. Pero Vigilantes nos da acceso a sus años de juventud, a un momento de su vida donde las decisiones no estaban tan definidas por los códigos de la Academia U.A., sino por lo que pasaba en las calles.
Ambientada cinco años antes del ingreso de Izuku Midoriya a la U.A., esta historia precuela no solo introduce a un nuevo protagonista, Koichi Haimawari, sino que revive un mundo en donde los héroes profesionales no alcanzan a cubrir toda la criminalidad que crece en las sombras. Y ahí es donde entra Aizawa.

En el primer episodio, la aparición de Eraser Head ocurre casi como una escena postcréditos, en los últimos minutos, cuando interrumpe a Knuckleduster —un ex héroe reconvertido en vigilante callejero— que interroga a un civil. Su intervención es directa, decidida, y deja claro que este Aizawa aún no es el maestro que conocemos, pero ya es el mismo tipo de hombre: uno que no se anda con rodeos.
A diferencia de My Hero Academia, donde su papel se reduce en gran parte al de guía académico y apoyo estratégico, en Vigilantes vemos a Eraser Head lanzado de lleno a la acción. Está en la calle, tomando decisiones en tiempo real, sin respaldo institucional, enfrentando dilemas éticos mientras se cruza con vigilantes que operan fuera de la ley. Y aunque no aprueba del todo su manera de actuar, los comprende. Porque sabe que hay momentos donde el sistema falla, donde el protocolo no basta. Y ahí, alguien tiene que actuar.
Esa ambigüedad moral es precisamente lo que hace fascinante a este personaje. En un mundo donde los héroes son celebridades y los villanos son monstruos con nombres pegajosos, Eraser Head camina en la delgada línea de lo que es correcto y lo que es necesario. En Vigilantes, se convierte en una especie de “guía involuntario” para este grupo de inadaptados que, aunque no tienen licencias ni reconocimiento, salen cada noche a proteger a los inocentes. Y eso dice más sobre el carácter de Aizawa que cualquier discurso en la Academia.
Además, su participación en este spin-off no se siente como un simple “cameo” para atraer a los fans. Es parte fundamental de la historia, un hilo conector entre la narrativa que conocimos en My Hero Academia y las raíces más crudas de ese universo. Nos muestra que Aizawa siempre ha estado ahí, luchando desde las sombras, mucho antes de ser profesor. Y quizás por eso es uno de los personajes más sólidos de toda la franquicia: porque no necesita aplausos ni titulares para hacer lo correcto.
En un momento donde la serie principal se prepara para su gran cierre (y donde cada personaje comienza a definir su legado), Vigilantes llega como un complemento perfecto. No solo enriquece el universo de My Hero Academia, sino que pone el reflector sobre aquellos que rara vez lo tienen. Personajes como Eraser Head, que nos enseñan que el heroísmo también puede ser silencioso, incómodo, y lleno de contradicciones. Y aún así, necesario.
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