Cuando se habla de enemigos icónicos en los videojuegos, es fácil pensar en zombis, alienígenas o monstruos de ciencia ficción. Sin embargo, The Last of Us logró algo diferente: sus infectados no solo son temibles, sino que tienen una lógica biológica y visual que los hace únicos dentro del género de los juegos de terror y supervivencia. No son simples muertos vivientes ni criaturas sacadas de la fantasía. Son, en esencia, una perversión de la naturaleza misma.
Más allá de los zombis convencionales
Los videojuegos han utilizado a los zombis como enemigo recurrente durante décadas. Resident Evil, Left 4 Dead, Dead Rising y muchos otros títulos han explotado la figura del muerto viviente como un recurso narrativo y de gameplay. Sin embargo, lo que The Last of Us propone es una aproximación distinta: sus infectados no son cadáveres reanimados por un virus o radiación, sino seres vivos atrapados en un proceso de mutación incontrolable, tal y como lo explica el equipo de desarrollo en el documental Grounded: The Making of The Last of Us.
La inspiración detrás de estos enemigos proviene del mundo real. El equipo de Naughty Dog, en su búsqueda de un concepto original, exploró la posibilidad de que un hongo pudiera ser la causa del colapso de la humanidad. Se basaron en el Cordyceps, un hongo parásito real que infecta insectos y los controla, obligándolos a comportamientos suicidas para facilitar la reproducción del hongo. La idea de que algo similar pudiera afectar a los humanos fue suficiente para dar vida a la pesadilla de los infectados.
"Mientras intentábamos desarrollar la apariencia de los infectados, pasamos por muchas iteraciones diferentes, algunas que parecían realmente alienígenas y humanas. Algunas que parecían esencialmente zombis y no podíamos encontrar un lugar original para ellas, pero uno de nuestros artistas simplemente hizo este tipo de fotomontaje donde tomó un montón de imágenes de enfermedades o imágenes de crecimiento excesivo de hongos y las mezcló todas, y las puso sobre una persona", menciona uno de los miembros del equipo de desarrollo en el documental.

Uno de los mayores aciertos de The Last of Us es que los infectados tienen un ciclo biológico bien definido. No son entidades estáticas, sino organismos en constante cambio. En sus primeras fases, los infectados aún conservan rasgos humanos, pero a medida que la infección progresa, la simbiosis con el hongo se vuelve más visible y aterradora. La piel se agrieta, los cuerpos se deforman y, eventualmente, el hongo toma el control total, dando paso a las aterradoras formas de los chasqueadores y otros tipos de infectados.
El momento en que los infectados pierden la vista debido al crecimiento del hongo sobre sus rostros es particularmente perturbador. Para compensarlo, desarrollan una habilidad de ecolocalización, emitiendo chasquidos que les permiten rastrear a sus presas en la oscuridad. Este detalle no solo añade un nivel de terror auditivo al juego, sino que refuerza la idea de que estas criaturas no son simples zombis; son una forma de vida completamente diferente, que ha evolucionado para cazar con una eficiencia aterradora.

Belleza en el horror
Uno de los elementos más interesantes del diseño de los infectados es que, a pesar de su naturaleza grotesca, tienen una estética inquietantemente hermosa. Los desarrolladores mencionan que buscaron un equilibrio entre lo horroroso y lo visualmente atractivo, utilizando colores vibrantes y formas orgánicas en el hongo que invade a los cuerpos humanos.
"No se trata solo de sangre y tripas, no se trata solo de que todo sea aterrador, porque en realidad es más aterrador cuando las cosas en él son algo benignas o algo hermosas", menciona Michael Knowland, Lead Character Artist en The Last of Us.
Esta dualidad entre lo bello y lo macabro hace que los infectados de The Last of Us sean tan impactantes. No son solo enemigos genéricos que hay que eliminar; cada uno de ellos es una representación del colapso de la humanidad y la naturaleza reclamando su lugar. Su presencia es un recordatorio de que el mundo del juego no ha sido destruido por completo, sino que ha sido transformado de una manera retorcida.

A diferencia de otras historias de terror donde la amenaza es un ser artificial, una maldición sobrenatural o un experimento científico fallido, The Last of Us presenta un enemigo que se siente peligrosamente plausible. La idea de que un organismo real pueda mutar y afectar a los humanos de esta manera no es descabellada. De hecho, la naturaleza ya ha demostrado su capacidad de adaptación y evolución de formas inesperadas.
Este enfoque anclado en la biología real hace que el terror del juego sea más efectivo. No es un miedo basado en la fantasía, sino en la posibilidad de que algo similar podría ocurrir en el mundo real. Es un tipo de horror que no se apaga cuando apagas la consola, sino que se queda en la mente, haciendo que te preguntes qué tan frágil es realmente la humanidad frente a la naturaleza.

Desde su lanzamiento en 2013, The Last of Us ha dejado una marca indeleble en la industria de los videojuegos. Su historia, su jugabilidad y su enfoque cinematográfico han sido ampliamente elogiados, pero los infectados siguen siendo uno de los elementos más distintivos de la franquicia.
A diferencia de los zombis tradicionales, que suelen ser meros obstáculos en el camino del jugador, los infectados de The Last of Us cuentan una historia por sí mismos. Cada uno de ellos es una tragedia, una persona que alguna vez tuvo una vida y que ahora está atrapada en un destino peor que la muerte.
¿Cuándo se estrena The Last of Us Temporada 2 en Max?
La Temporada 2 de la serie The Last of Us se estrena el próximo 13 de abril a través del servicio de streaming en Max. Pedro Pascal regresa para interpretar a Joel, mientras que Bella Ramsey hace lo propio con Ellie, en una aventura que promete seguir con lo visto en la segunda entrega del videojuego, por lo que las emociones y el drama están garantizados.
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