Ghostwire Tokyo: ¿Vale la pena?

Shinji Mikami, creador de Resident Evil, y Tango Gameworks, el estudio detrás de The Evil Within, dejan atrás la crudeza del survival horror para apostar por una experiencia más inmersiva y filosófica, donde el miedo a la muerte y su inexplicable razón de existir convergen en un Tokyo desolado, lugar en que la vida se esfumó en un instante y las leyendas más extrañas del folclore japonés se manifiestan como guardianes de la oscuridad.

Perdidos en Tokyo

En Ghostwire Tokyo seguimos la historia de Akito, un joven que logró sobrevivir a la desaparición de toda la capital japonesa, y que está completamente perdido ante el nuevo escenario que tiene frente a sus ojos. Rápidamente descubrimos que Akito sigue con vida por culpa de un espíritu que ha tomado control de su cuerpo, un hombre varios años mayor conocido como KK, un viejo investigador paranormal que, según dice, puede hacer que todo regrese a la normalidad… siempre y cuando sigamos todas sus instrucciones.

Akito descubre que su nuevo compañero no solo lo ha salvado, sino que también le ha otorgado poderes para combatir las amenazas que han tomado la capital japonesa. Sin embargo, y a pesar de todo el poder que el espíritu de KK puede ejercer sobre él, nuestro protagonista consigue imponerse para ir a buscar a su hermana, la cual permanecía en un hospital cuando una extraña niebla comenzó a consumir el alma de los japoneses. Es aquí donde la historia paranormal se empieza a diversificar para mostrar un planteamiento más personal en el que los sustos fáciles se dejan a un lado.

Tanto Akito como KK tienen un mismo objetivo: regresar todo a la normalidad, recuperar las almas perdidas de todos los habitantes de Tokyo y acabar con esta relación por conveniencia que ambos están enfrentando. Pero la vida o la muerte, en este caso, nunca es tan simple. Más allá de necesitar el uno al otro, este par debe empatar sus emociones y objetivos para poder librar cada una de sus luchas. Es esta relación de pareja dispareja la clave para la inmersión completa al juego, pues a pesar de que casi nunca vemos sus rostros y por momentos el silencio es total, cuando una plática comienza es difícil no darse cuenta de la evolución que van teniendo ambos personajes.

Entre bromas, recuerdos y reclamos sobre su forma de pelear, nuestros protagonistas van forjando una identidad con la que es fácil pasar un buen rato y olvidar que el mundo se está acabando allá afuera. Algunas conversaciones tienen mejores resultados que otras, pero todas consiguen aportar un poco en el progreso de la relación de ambos, para que al final de la campaña todo tenga sentido. Si jugaste Cyberpunk la interacción de Akito y KK podría resultar familiar, pero no te preocupes que hay suficientes elementos originales dentro de la trama para no sentirlo como un elemento con falta de originalidad.

Si tomamos en cuenta el devastador escenario que ambos enfrentan, la tristeza y la incertidumbre son los sentimientos que nos va poniendo en el mood que Tango Gameworks trabajó para esta historia. Aquella terrible niebla que apareció de la nada y que marcó el inicio de la perdición penetra sutilmente en el jugador. Este punto es totalmente subjetivo, y depende del compromiso en la persona detrás del control, pero si extrapolamos las ideas de Ghostwire Tokyo a nuestra realidad, donde apenas se alcanza a ver la luz al final del túnel de la pandemia, existe una gran posibilidad de que la atmósfera del juego consiga atrapar a muchos jugadores.

Ghostwire Tokyo no se guarda nada y pone sobre la mesa algunas preguntas sobre nuestra existencia, donde el miedo a la muerte, las etapas del duelo y la gran incógnita de qué hay en el más allá, son la base de todo el juego, incluyendo la razón de existir para el villano y la ya mencionada forma en la que el estudio busca conectar con el jugador. Desde la devastación de Tokyo, hasta la forma en que se manifiestan los espíritus, con dudas y reflexión sobre su futuro y sus últimos momentos, o el viaje del villano que podemos seguir a través de un diario lleno de pensamientos oscuros y la complicada búsqueda de la resignación, los desarrolladores apuestan por poner las cosas complicadas e incómodas para el jugador, sin recurrir únicamente al susto fácil con los demonios y espíritus que arrastran sus cadenas por todo Tokyo.

Y hablando de Tokyo, uno de los puntos mejor logrados en el juego es la vibra que emana esta ciudad en sus peores momentos. Con una clara inspiración en animes como Akira y hasta Dragon Ball Z, Ghostwire Tokyo nos lanza al Cruce Shibuya para comenzar a experimentar el horror de una ciudad a la que se la succionado el alma. Calles enteras, centros comerciales y estaciones del metro muestran únicamente los vestigios de sus habitantes con montones de ropa tirados por doquier, autos abandonados y mascotas desoladas. Pasear por esta versión de Tokyo es extraño, pues las luces de neón, la publicidad y algunos lugares característicos siguen ahí, pero sin la vida que tantas veces hemos admirado a través de la cultura pop.

Sin embargo, durante nuestra aventura podemos encontrar los espíritus de aquellos que alguna vez vivieron en Tokyo, siluetas que flotan en el aire confundidas por su destino o que se lamentan el haber realizado una última y fatídica acción. Además de brindar un detalle extra a la ambientación, estos espíritus chocarreros están ahí para expandir la idea de una ciudad viva, aunque no lo parezca en un inicio, cada ser que vamos encontrando tiene sus propios problemas y diálogos, en algunos casos basta con acercarnos y escuchar lamentos sobre la última conversación que tuvieron con algún ser querido y en otros hay que ayudar a las almas en momentos embarazosos como conseguir un rollo de papel de baño… pues la muerte llegó mientras alguien hacía de sus necesidades.

Buen humor y un sutil repaso por el folclor y las leyendas urbanas de Japón son la base de todas estas historias esparcidas en el mapa del juego, pero en un nivel más profundo, nos encontramos ante una presentación menos evidente de la ciudad como un personaje dentro de la trama. A diferencia de un GTA en donde claramente podemos ver a los NPC actuando de forma perfecta sus rutinas con una gran variedad de eventos aleatorios, Ghostwire Tokyo nos lleva a través de pequeñas historias, objetos antiguos y tradiciones para comprometernos con el escenario y los personajes que alguna vez vivieron sus vidas en él. Tokyo es una ciudad a la que vas a querer exprimir lo más posible antes de ponerle fin a la historia principal.

Ghostwire Tokyo puede ser una extraña e inquietante guía de turista para tus próximas vacaciones. Con un nivel de detalle excelso en la recreación de la ciudad y un montón de gatos con aires de grandeza atendiendo las tiendas, Tokyo juega un papel determinante en la historia del juego, pero, sobre todo, como un escenario ideal para combinar las leyendas japonesas con el caótico ritmo de una ciudad moderna sumergida en la oscuridad.

¡Arte ninja! ¡Jutsu de invocación!

Una vez que la ciudad nos importa y ya que conocemos mejor a Akito y KK, llega la hora de poner a prueba nuestras habilidades fantasmales. Gracias al espíritu, conocimientos y habilidades de KK, el cuerpo de Akito es capaz de controlar los elementos al más puro estilo de Naruto, y con ello puede lanzar ataques a diestra y siniestra por toda la ciudad. Ghostwire Tokyo es un FPS que toma la esencia del género y le coloca un skin sobrenatural para cambiar las armas por artes ninja, por lo que será la fuerza vital (o espiritual) el elemento que nos permita defendernos de todo lo que nos rodea.

A través de una rueda de selección podemos acceder a las diversas “municiones” disponibles en el juego, la primera de ellas es una suerte de pistola que armamos con nuestras manos y de la que podemos disparar rafagas de viento. Luego tenemos una onda expansiva de agua que no sirve de mucho y por último un poder de fuego que al cargarlo puede simular una granada. Además, contamos con un arco para ataques a distancia y varias opciones de talismanes para distraer, paralizar o crear barreras contra los enemigos. Estos jutsu no son la parte más brillante del juego, pero hacen sentido con la ambientación y terminan por funcionar dentro de la experiencia.

Teniendo en cuenta que hay zonas de la ciudad en donde los enemigos parecen que nunca dejan de aparecer, la variedad de ataques disponibles nos permite combinar elementos y entender que nos conviene más con ciertos enemigos. Por ejemplo, los ataques de fuego son súper efectivos para acabar con los espíritus más rápidos y resistentes, pero solo tenemos 5 o 6 ataques cuando mucho, así que hay que administrar bien esas municiones y sacarle provecho a los disparos de aire. Además, la munición puede acabarse muy rápido si nos damos vuelo presionando los gatillos hasta el fondo, por lo que constantemente hay que buscar la forma de reestablecer munición con los orbes en el escenario.

Dominar el sistema de combate puede ser un poco complicado al inicio, pues además de los disparos tradicionales tenemos la posibilidad de capturar el núcleo de los espíritus enemigos para derrotarlos más fácilmente, situación que requiere un poco de concentración y mucha atención para poder hacer el movimiento en el momento perfecto. Tanto los disparos, como la captura del núcleo se ubican en los gatillos y bumpers, por lo que de vez en cuando presionamos el botón equivocado y terminamos disparando un ataque inutil a un enemigo que ya estaba liquidado. Por otro lado, las reacciones de los enemigos son lo suficientemente complejas como para mantener un buen nivel de dificultad, con ataques que parecen lentos pero que poco a poco nos ponen en jaque.

Los fantasmas de Ghostwire Tokyo se sienten como  zombis clásicos, pues encontrar a uno de estos seres perdido en una calle no es ningún problema, pero una vez que nos atacan en grupo la situación sube su dificultad. A esto hay que sumar una serie de enemigos especiales que nos ayudan a identificar el camino correcto, pero que también presentan un reto más elevado que una oleada completa de Slendermans. Estos enemigos son fáciles de reconocer porque pueden alterar el escenario con sus habilidades, pero sobre todo porque su diseño hace alusión a algún mito de Japón como la Crimson Kuchisake, un espíritu que proviene de una leyenda urbana conocida como la “mujer de la boca cortada”.

Lamentablemente la variedad de jefes de nivel está un poco limitada, y esto solo lo podemos descubrir al final de la historia, cuando sentimos un pequeño vacío el cual esperabamos llenar con unos dos o tres enemigos con dinámicas más complejas que solo lanzar ataques a sus nada discretas cabezas flotantes. La ausencia de un reto entre capítulos se siente todavía más cuando le echamos un ojo a la variedad de enemigos “normales” en las calles, así como a sus referencias históricas y el horror que pueden causar cuando nos toman por sorpresa.

Siguiendo con el combate, y como ya es tradición, tenemos nuestro árbol de habilidades que depende de los puntos de experiencia obtenidos a la hora de capturar a los espíritus, en este podemos realizar algunas “mejoras” en nuestros ataques cuerpo a cuerpo y habilidades ninja, pero la mayoría de los cambios no tienen grandes repercusiones a la hora de jugar y en las situaciones más apremiantes solo terminamos con una velocidad más rápida para tomar los núcleos o realizar la captura a más de un enemigo al mismo tiempo. Además, la mecánica es un poco engañosa, pues 10 puntos es igual a 1, por lo que seguro terminas decepcionado la primera vez que te pongas a repartir puntos.

Akito también puede desplegar su propio modo detective a la Arkham Asylum, con el cual se revelarán algunos elementos clave dentro del escenario y una guía que nos llevará directamente al objeto, personaje o lugar que dicta la misión. Aunque lo más interesante es que con este modo podremos hablar con los perros y gatos que hay esparcidos por toda la ciudad. Y no es broma, al igual que con los espíritus de los humanos, las mascotas no tienen idea de lo que acaba de pasar y no se guardan sus comentarios cuando te los topas de frente; así que más te vale llevar un poco de comida para perro en tu inventario para hacer feliz a ese pequeño cachorro perdido entre la niebla.

Dentro de los dos primeros capítulos del juego tenemos la oportunidad de adentrarnos en el desarrollo de personajes, la ambientación y el sistema de combate. Pero una vez que comenzamos el tercer capítulo nos encontramos con el mayor problema del juego: un ciclo de acciones repetitivas. A pesar de sentirse como un mundo abierto, Ghostwire Tokyo nos tiene muy controlados la mayor parte del tiempo, enviándonos a misiones principales en pequeños sectores de la ciudad y liberando más espacio para turistear a cuenta gotas.

Puede que al inicio no se sienta tan extraño este ritmo, pues las zonas disponibles tienen su encanto y dejan en claro que la recreación de Tokyo fue una prioridad para los diseñadores. Pero una vez que tomamos la iniciativa de explorar y pasar por algunas misiones secundarias el juego se pone lento y debemos repetir una y otra vez el ciclo de purificar las puertas torii esparcidas por la ciudad para liberar algunas cuadras más de terreno. Mientras que un Assassin’s Creed nos invita a tomar el control de las torres para hacer más sencillas las misiones secundarias al mostrar los puntos de interés, en Ghostwire Tokyo el escenario y, por consecuencia, muchas de las misiones, se limita hasta que el jugador le dedique tiempo a eliminar las barreras invisibles.

Las primeras horas de juego están llenas de lugares en los que la exploración se limita para que podamos dedicar tiempo a la campaña, dejándonos con ganas de conocer las consecuencias de la extraña niebla. Además de repetitiva, esta decisión puede ser un poco frustrante, pues la ciudad parece brindar opciones interesantes para explorar como la habilidad de planear por unos segundos o una resistencia absoluta a caídas imposibles. Incluso superando algunas misiones secundarias el avance es lento y poco emocionante, pues muchas de las soluciones están literalmente a la vuelta de la esquina o a unos metros de los espíritus pérdidos. Tokyo se hace del rogar para poder disfrutarse por completo, y aunque la espera vale la pena… puede que no todos tengan la paciencia necesaria.

Tango Gameworks se las ingenio para ofrecer un juego con suficiente historia para mantenernos pegados al control durante varias horas, pero sin sentir que la trama se extiende de forma artificial y al mismo tiempo duplicar la duración del juego a través de coleccionables, misiones secundarias y la extensa exploración de Tokyo. Eso sí, es recomendable jugar un poquito más arriba de la dificultad normal si quieres un reto sólido, pues de lo contrario tendrás enemigos inteligentes, pero poco resistentes. Además, hay pequeños templos esparcidos por todo el juego que con unas cuantas plegarias te mostrarán el objeto que tanto deseas o el camino a seguir o te ayudarán en la obtención de dinero para comprar flechas o alimentos. Por lo tanto, vas a requerir entre 15 y 18 horas para terminar la campaña, y un poco más para las misiones secundarias, como encontrar los más de 240,000 espíritus ocultos.

Tokyo

Ghostwire Tokyo podría ser la última exclusiva de Bethesda en PlayStation en mucho tiempo, pero eso no limitó a ninguno de los involucrados para entregar un producto final al nivel de la actual generación de consolas. Para esta reseña jugamos la versión de PlayStation 5 principalmente en su modo rendimiento, lo que se traduce a 60 FPS en una definición cercana al 4K, pero con algunos sacrificios para mantener la fluidez.

Como si fuera un juego de PC, Ghostwire Tokyo incluye varios modos de juego en donde podemos sacar provecho a cosas más específicas como una resolución 4K con 30FPS o un mejor desempeño para el trazado de rayos. Pero como ya va siendo costumbre en la generación y principalmente en los FPS, el modo rendimiento ofrece el mejor balance entre buenos gráficos y acción fluida, aunque con algunas pequeñas y esporádicas caídas, pero nada que arruine la experiencia.

Tal y como lo describimos a lo largo de la reseña, Ghostwire Tokyo ofrece una ambientación extraordinaria, por lo que a nivel visual tenemos un gran juego de luces y sombras, reflejos muy bien logrados en el suelo mojado de la ciudad y un gran detalle en la arquitectura y recreación de lugares emblemáticos. Puede que por momentos sientas que estás pasando por el mismo callejón o entrando al mismo edificio, pero las locaciones reales, centros comerciales, la Torre de Tokyo, el metro y el cruce de Shibuya te van a dejar sorprendido.

Además, algunos niveles juegan con la realidad para presentar laberintos y animaciones psicodélicas para resaltar, todavía más, el elemento sobrenatural que rodea al juego. Estas secciones no solo son visualmente interesantes, también logran enfatizar los mejores momentos de lado del suspenso, rematando con combates que se salen de la rutina y logran atraparnos un poco más en la experiencia paranormal.

A lo anterior hay que sumar el sonido envolvente que nos sumerge a la atmósfera desolada, y el rugir particular de cada criatura. Tango Gameworks trabajó una banda sonora que por momentos es discreta y que nos permite adentrarnos a la ciudad con sonidos calmados y un acompañamiento bastante sutil. Pero una vez que los enemigos nos rodean, pasamos por una cinemática e incluso cuando escuchamos la radio de una tienda, Ghostwire Tokyo vuelve a retomar su combinación del Japón clásico y contemporáneo, con sonidos poderosos para poner en alerta al jugador y una mezcla que cobra fuerza cuando usamos unos buenos audífonos.

El diseño sonoro también juega con la inmersión que provee la consola al poner la voz de KK directamente en el control, lo que le da un toque interesante a la interacción de los protagonistas. Cabe destacar que jugamos con las voces en japonés, para mantenernos en el mood de una historia que tiene lugar en Japón, pero no te preocupes, podrás elegir las voces en español latino o los subtítulos en español o inglés para jugar como mejor te acomode.

Pasando rápidamente al Duelsense, en realidad hay pocas cosas que comentar. Si bien los gatillos adaptativos hacen aparición constantemente por tratarse de un FPS, la realidad es que no tienen un peso considerable en el sistema de juego. Podemos sentir un poco de resistencia con los diferentes ataques elementales, pero nada que destaque al nivel de un Ratchet & Clank. Se supone que entre más poderoso sea el ataque dentro del juego, el Dualsense podría brindar una vibración más intensa, pero eso no pasa y todos los estímulos se mantienen al mismo nivel. Lo que sí se siente es el tiempo que tarda nuestro personaje en curarse, pues al consumir una bebida o alimento, tendremos que esperar a que pase el trago o el bocado, lo que nos quita tiempo valioso para un ataque y, por consecuencia, deja “inútiles” los gatillos durante unos segundos. Por otro lado, y de forma ocasional, podemos usar el panel táctil del control para capturar algunos fantasmas con patrones muy básicos, pero que aprovechan uno de los elementos más ignorados de este mando.

¿Vale la pena?

Ghostwire Tokyo saca provecho del bello folclor japonés y el poder de sus leyendas urbanas para sumergir al jugar en una intensa y caótica historia sobre el miedo a la muerte; una poderosa aventura que nos da espacio para respirar. No es un juego perfecto, pero la personalidad que emanan sus personajes y ambientación es suficiente para dedicarle las horas que necesita a su historia y hasta darnos la oportunidad de clavarnos en sus misiones secundarias. Ghostwire Tokyo no es un survival horror o un Resident Evil con fantasmas, ni siquiera un FPS convencional, lo que Tango Gameworks entrega es una propuesta fresca para el género, con potencial suficiente para que en algún punto podamos conocer más historias sobre esta Tokyo devastada. Por el momento, es un juego al que vale la pena darle tu dinero, siempre y cuando seas de los que busca nuevas experiencias con el control en las manos.