Hace un cuarto de siglo, el cineasta David Lynch, maestro del surrealismo y la incomodidad, dejó su huella en un terreno que pocos hubieran imaginado: los videojuegos. En el año 2000, Sony, en plena promoción de su revolucionaria PlayStation 2, confió en Lynch para dirigir un comercial que no solo presentara la consola, sino que redefiniera la experiencia de lo que un videojuego podía ser. Así nació Welcome to the Third Place, una pieza que encapsuló la esencia lynchiana y que, incluso hoy, sigue resonando como un punto de referencia cultural.
Un director y una colaboración fuera de lo convencional
David Lynch, conocido por obras emblemáticas como Twin Peaks, Blue Velvet y Mulholland Drive, nunca fue un cineasta convencional. Su capacidad para mezclar lo bello con lo perturbador, lo familiar con lo alienante, hizo de él un creador único en la historia del cine. Es por eso que su colaboración con Sony fue, en retrospectiva, una decisión tan acertada como inesperada.
Cuando Sony presentó la PlayStation 2, no solo promocionaba una consola más potente que su predecesora: estaba vendiendo una experiencia, una puerta a lo desconocido. Este concepto de explorar "la tercera dimensión", una puerta más allá de lo cotidiano y lo racional, encajaba perfectamente con la visión creativa de Lynch.
Welcome to the Third Place no era un comercial típico. En lugar de mostrar imágenes de videojuegos, botones o controles, Lynch optó por una narrativa abstracta que se sentía más como un sueño febril que como una promoción tradicional. En solo un minuto, transportaba al espectador a un mundo en blanco y negro lleno de simbolismos y perturbaciones visuales.
El comercial seguía a un hombre en traje negro mientras exploraba un pasillo interminable en esta nueva dimensión. En su camino, se encontraba con versiones duplicadas de sí mismo, mensajes crípticos, una mujer de aspecto misterioso, deformaciones faciales y un ambiente cargado de humo y sonidos extraños. La cámara, una Sony DSR-PD150, añadía una textura única que hacía que todo se sintiera cercano y, al mismo tiempo, irreal.
La pieza no solo era una ventana a la "tercera dimensión" que Sony quería transmitir, sino también un claro reflejo de las obsesiones de Lynch: la dualidad de la identidad, la desconexión entre el cuerpo y la mente, y la fina línea entre lo real y lo onírico.
En su tiempo, el comercial ayudó a consolidar la imagen de la PlayStation 2 como una consola adelantada a su época, y también marcó un momento importante en la intersección entre el arte y los videojuegos. Sony no estaba simplemente vendiendo un producto; estaba invitando a los jugadores a formar parte de un universo completamente nuevo.

El legado de Lynch
David Lynch falleció este 16 de enero a los 78 años, dejando un legado que abarca mucho más que sus icónicas películas y series de televisión. Su incursión en el mundo de los videojuegos, aunque breve, fue profundamente significativa. Welcome to the Third Place sigue siendo una de las piezas publicitarias más memorables de la industria, recordándonos que los videojuegos son más que entretenimiento: son una forma de arte.
A lo largo de su carrera, Lynch nos enseñó a ver más allá de lo evidente, a explorar los rincones oscuros de la mente y a encontrar belleza en lo extraño. Su comercial para la PS2 encapsuló todo eso en un minuto inolvidable.
Mientras despedimos a Lynch, es difícil no imaginarlo explorando ahora su propia "tercera dimensión". Su legado, tanto en el cine como en el mundo del entretenimiento, permanece intacto, inspirándonos a soñar, a crear y a no temer lo desconocido. Después de todo, como nos mostró hace 25 años, las mejores experiencias comienzan cuando abrimos la puerta a nuevas dimensiones. ¡Qué descanse en poder, David Lynch!
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