En cualquier mercado, la elección del nombre de un producto puede hacer la diferencia entre el éxito y el fracaso. En el gaming, el caso más ejemplar es la Wii U, cuya denominación no hizo más que confundir a los consumidores, quienes pensaron que se trataba de un simple accesorio extra para la Nintendo Wii y no de una consola nueva.
En PlayStation no se complican la vida y siempre enumeran sus dispositivos. Pero, los de Microsoft tienen una tradición de nombrar a sus consolas de formas que no tienen sentido o continuidad. Es más, la primera Xbox iba a tener el peor nombre en la historia de los videojuegos, y así fue cómo lo cambiaron.
Xbox: el peor nombre en la historia de las consolas
Las personas a cargo del desarrollo de la Xbox original fueron las mismas que hacían las interfaces de programación para aplicaciones de videojuegos en Windows. Estos profesionales tenían en mente construir una máquina que facilitara a los estudios hacer juegos de PC a consola, pero usando las mismas herramientas informáticas.
Ese grupo de especialistas venía del área que diseñó el DirectX, un añadido en Windows que hace que el software funcione con el hardware de audio y video. Durante las primeras fases de producción, este mismo equipo sugirió el nombre de "DirectX Box", que, como su nomenclatura lo indica, hace alusión a que estaría construida con base en tecnología DirectX.
El problema es que a los encargados de marketing les pareció que "DirectX Box" era un nombre con bastantes defectos. Para comenzar, se relacionaba demasiado con una computadora y muy poco con una consola de videojuegos, sonaba muy técnico y era difícil de recordar. Al final, hicieron un recorte pasando de "DirectX Box" a "X Box" y por último "Xbox".
Microsoft tiene problemas para nombrar a sus consolas
"Xbox" le funcionó a Microsoft, ya que es corto, fácil de pronunciar y un concepto universal. Sin embargo, a partir de la séptima generación de consolas con la Xbox 360 y la octava con la Xbox One, la empresa estadounidense proponía nombres cada vez más rebuscados. Los voceros de la marca tenían que dar una explicación demasiada profunda para algo que, en teoría, debería ser simple y al grano.
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