Tuve la fortuna de crecer con un hermano que también se enamoró de los videojuegos a primera vista. Durante los noventa, en plena víspera navideña, juntos redactamos nuestra carta a Santa Claus pidiendo la novedad del gaming de ese momento: una Nintendo 64. Sin embargo, como la historia de muchos jugadores latinoamericanos, la consola no llegó no hasta mucho después, y desde entonces nada fue igual.
En aquellos tiempos, poco nos importaba los FPS, la reproducción multimedia o la alta definición, sólo queríamos llegar de la escuela lo más rápido posible para poner el cartucho y turnarnos para jugar Super Mario 64. Fue entonces cuando el uso constante y abusivo de un solo control para dos personas llegó a su límite, pero eso jamás nos detuvo para seguir jugando.
Mi historia con el peor control en la historia del gaming
El diseño de la palanca en el control de la N64 fue de una de las peores decisiones técnicas de Nintendo. Esta parte se fabricó con un plástico frágil, con muy poca resistencia al desgaste y a la presión excesiva. Este problema escaló tanto que, algunos mini juegos en la saga de Mario Party, requerían acciones que superaban el aguante de la palanca, provocando su ruptura fácilmente.
Como en muchas familias de clase media en México, romper uno de tus "juguetes" implicaba que tus papás no te darían más dinero para reponerlo o arreglarlo. Fue entonces cuando mi hermano y yo empezamos a experimentar con el control de la N64. Tomábamos cualquier cosa que cupiera dentro del orificio central del mando para reemplazarlo por la palanca.
Milagrosamente esto funcionó. Desde lápices quebrados, palos de paletas, bolígrafos, cables y un largo etcétera de objetos con forma cilíndrica, el sensor al interior del control lo detectaba casi como si fuera una palanca original. Pasamos meses jugando de esa manera, hasta que ahorrábamos para comprar otro mando y el ciclo se repetía de nuevo.
Probablemente fui el jugador que más tiempo tardó en completar The Legend of Zelda: Ocarina of Time, porque había secciones en la que Link necesitaba correr, y debido a las limitaciones de nuestra palanca improvisada, esto era casi imposible. Hubo un caso en el que le presté mi cartucho de Ocarina of Time a un amigo, sólo para que él pasara la parte en la que tienes que ganarle una carrera a Dampe en el cementerio para conseguir el Hookshot.
Lo que fue y ya no es
Al final, mi hermano y yo vendimos la consola para comprar la GameCube a inicios de los dos mil. Pero jamás olvidaremos con cariño que, el control de la N64 fue el peor que tuvimos en nuestras manos, no como un intento de romantizar el pasado. Al contrario, nos dejó una valiosa lección de señalar que, cuando el producto no cumple con los estándares de calidad, hay que exigirle cambios a las empresas para que tomen mejores medidas pro-consumidor.
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