Dragon Ball Daima en español latino es una experiencia interesante… extraña, pero divertida. En cualquier caso, su valor depende completamente de las expectativas de cada espectador, y es que en Daima se conjuga lo viejo con lo nuevo: ese sabor clásico mezclado con una visión acorde a los tiempos que corren. Sin embargo, la nostalgia nunca termina de cuajar del todo, y el doblaje tiene mucho que ver en esto.
Goku y en español latino: un curioso caso de disonancia
El regreso de Mario Castañeda como Goku adulto y, sobre todo, de Laura Torres como el mismo saiyajin, pero en su versión mini, además de su pequeña participación como Goten, eran el punto fuerte para un doblaje latino de Dragon Ball Daima, y en este sentido, creo que como espectador me he estrellado contra mis propias expectativas, así que me siento algo decepcionado.
La voz de Torres ha cambiado con los años (el tiempo, al final, es irreversible), y aunque su interpretación sigue siendo impecable, su timbre se percibe más rasposo, lo que rompe parcialmente la ilusión de estar escuchando al mismo personaje de hace décadas, sobre todo en momentos los que Goku grita. Fuera de ello, como quien dice, da el “gatazo”.
En contraste, la voz de Castañeda (cuya participación realmente es mínima en Daima) sigue manteniendo su esencia, aunque se nota el desgaste cuando el actor eleva el tono. Entonces ocurre algo extraño: de repente, personajes cuya apariencia no ha cambiado prácticamente en los últimos 20 años, se escuchan como si fueran más viejos, provocando una inevitable disonancia.

Vegeta y Piccolo: nuevas y viejas versiones
Para sumar más caos a la experiencia, hay otros actores veteranos que resisten mejor el paso del tiempo. Por ejemplo: René García, quien como Vegeta, sorprendentemente conserva su calidad interpretativa, y la transición entre su versión adulta y la mini, a cargo de Xóchitl Ugarte, es una de las más logradas en cuanto a continuidad.
No obstante, el caso de Piccolo es distinto: Carlos Segundo vuelve como la versión adulta, y todo bien con su breve participación como el demonio verde. Pero José Antonio Toledano en su versión mini, aunque logra capturar del todo la esencia del personaje, no deja de hablar como si fuera también un Piccolo adulto, y como al que vemos en pantalla es un “niño”, el trabajo de doblaje se siente como una desconexión.

Un Dragon Ball sin narrador y una Bulma que no tiene 38 años
Aunque es un detalle mínimo, uno de los aspectos más difíciles de aceptar es la ausencia de José Lavat como narrador. Su voz era parte fundamental de la identidad de la serie en Latinoamérica, y su reemplazo, aunque técnicamente correcto, carece de la autoridad y el carácter que tenía el original. La narrativa con Jorge de la Puente pierde fuerza, y la sensación de que algo falta se vuelve constante.
Bulma, interpretada por Rocío Garcel, también se percibe distinta. Su voz ha cambiado con el tiempo, sonando más madura, lo que contrasta con la energía juvenil del personaje. Algo similar ocurre con Eduardo Garza como Krilin, cuya versión infantil a cargo de Karen Vallejo no logra una transición natural. Majin Buu, doblado por Marcos Patiño, también suena extraño, alejándose del tono que el público recuerda.

Gomah es el Rey, ¿y los niños no son tan niños?
No todo es negativo: algunos actores nuevos logran encajar con la esencia de la serie. Moisés Mora como Gomah ofrece una interpretación sobresaliente: verdaderamente me sentí impresionado por el trabajo de la voz de Rigby, es bastante divertido, mientras que Iván Bastidas como Degesu, aunque cumple, no destaca tanto. La exuberante Cony Madera como la Dra. Arinsu y José Luis Orozco como Neva también aportan calidad a sus papeles, demostrando que el doblaje latino sigue teniendo grandes talentos.
En algunos casos, la dirección de doblaje parece no haber logrado una coherencia total entre las versiones adultas y juveniles de ciertos personajes. Por ejemplo, Kibito, interpretado por Humberto Solórzano, mantiene su tono habitual, pero su versión mini, a cargo de Emmanuel Bernal, como pasa con Piccolo, también suena demasiado adulta.

Alguien usurpó a Shin; y Daima suena más mexa de lo que esperaría
Shin también presenta un problema similar: su versión adulta, con Genaro Vázquez, sesea de forma inconsistente, algo que me parece extraño porque en Dragon Ball Super era uno de los actores que mejor había mantenido su rango vocal: el seseo, no está de más advertir, es algo que desaparece cuando el personaje rejuvenece con Analiz Sánchez.
La tropicalización del doblaje es otro factor que influye en la experiencia tan extraña que tuve con Daima. Mientras que en muchas producciones latinas la adaptación de ciertos modismos puede hacer que los diálogos suenen naturales, en este caso, se percibe como algo forzado, y expresiones como “a bajar la panza”, “añotes” o “dar el estirón” pueden sentirse ajenas al tono original de la serie, generando, nuevamente, esa sensación de disonancia.
Finalmente, la ausencia de ciertos elementos clásicos en la adaptación también afecta la experiencia. El opening no apareció en la proyección de cine, lo que rompe con la tradición del doblaje latino de adaptar las canciones principales. Sin mencionar ciertos detalles, que abordamos en la reseña de Dragon Ball Daima, como los eyecatches que fueron eliminados, o los créditos que permanecen en inglés, haciendo que todo contribuya a que la adaptación se sienta menos orgánica.

La versión en español latino de Dragon Ball Daima, ¿vale la pena?
El trabajo de Audiomaster Candiani produciendo el doblaje, con Eduardo Garza como director, aunque bien ejecutado en muchos aspectos, también evidencia el paso del tiempo en las voces de los actores y la falta de una transición fluida en algunos personajes. La nostalgia es una herramienta poderosa, sobre todo en una obra tan popular como la de Akira Toriyama, pero cuando se manipula sin una cohesión clara, el resultado inevitable es que se sienta forzado.
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