En una época en la que el MCU nos hubiera sonado a sueño febril, y cuando las adaptaciones de cómics de superhéroes apenas estaban recibiendo las alabanzas del mainstream, los fanáticos del género pudimos ver a Los 4 Fantásticos en la gran pantalla. No era ni mucho menos la primera adaptación que recibía la familia Richards, pero sí que era la más ambiciosa hasta ese momento.
Lo cierto es que resulta complicado imaginar que una película como esta se estrene hoy en día: en muchos sentidos es insustancial, no deja de sexualizar a la Sue Storm de Jessica Alba, y no se trata para nada del mejor retrato de los personajes. Pero sirvió como uno de los escalones que nos permitieron subir hasta donde el género se encuentra hoy, ¿pero acaso eso es suficiente para que Los 4 Fantásticos de 2005 valga la pena?
Un blockbuster para una generación sin MCU
La historia de Los 4 Fantásticos, como se podría esperar de una película de superhéroes de esa época, es bastante simple: cuatro astronautas son expuestos a una tormenta cósmica que les otorga superpoderes. Y lo que sigue es una mezcla de adaptación libre de las historias clásicas de Stan Lee y Jack Kirby, modernizada para el público de mediados de los 2000. Por supuesto, también hay un empresario celoso que empieza a convertirse en metal. Literal.
En muchos sentidos se siente la vibra de los 2000 por todos lados: desde la vestimenta hasta los chistes fáciles que se insertan como relleno de sitcom. El tono de Los 4 Fantásticos es ligero, pensado más para niños, aunque con bromas subidas de tono probablemente dirigidas a los adultos que los acompañaban.
Sue es un personaje sin motivación, atrapada entre ser la chica del héroe y el adorno visual del equipo
El guion está lleno de momentos absurdos, gags sexuales y una estructura que prioriza el chiste por encima del conflicto. En ese sentido, sorprende cómo este filme antecede lo que serían películas como Deadpool o Ant-Man, aunque claro, sin el ingenio ni el subtexto de esas franquicias.
En la película de Tim Story, Michael France y el legendario Mike Frost (el mismo que cocreó Twin Peaks junto a David Lynch) hay cariño por el material original, sí, pero también una necesidad de modernizarlo conforme a los estándares de su época... estándares que en la nuestra ya se sienten viejos. No es raro pensar que si se estrenara hoy, la crítica la destrozaría sin piedad.
Personajes y actuaciones en una familia dispareja
Pese a su guion flojo, algunos personajes logran brillar: el mejor ejemplo es Ben Grimm, interpretado por Michael Chiklis. Su caracterización no es CGI sino una especie de botarga, y contra todo pronóstico, funciona. Ya sea en los momentos más cómicos o en los pocos instantes de tragedia, Chiklis logra que “La Mole” se sienta entrañable. Su arco (aunque poco ambicioso) está bien planteado: es el único personaje que realmente sufre con sus poderes, y eso le da humanidad. También es gracioso y sus interacciones con Johnny Storm son lo más sabroso de la película.
Chris Evans, por su parte, sorprende, y aunque claramente fue contratado por su físico, le da vida a un Johnny impulsivo, coqueto y molesto, que (a diferencia de Sue) no se siente decorativo. Comparado con su Capitán América, su interpretación aquí es diametralmente opuesta, y eso solo demuestra que sí había talento, solo hacía falta dirección.
Las coreografías en las peleas son simples, pero entretenidas, y al menos no se sienten genéricas
En cambio, Jessica Alba es el punto más débil, no solo porque no es buena actriz en este papel, sino porque su personaje no tiene sentido (por lo menos comparado con el de los cómics). Sue es una especie de secretaria sin motivación real, atrapada entre ser la chica del héroe y el adorno visual del equipo. Desde su traje de astronauta hasta las constantes tomas donde sale desnuda, todo en torno a ella está sexualizado. Es una figura ornamental que no parece entender por qué está ahí.
Por su parte, Ioan Gruffudd como Reed Richards intenta traer algo de seriedad al grupo. Venía de dramas históricos y eso se nota. Pero el guion constantemente lo empuja a la comedia, diluyendo cualquier intención dramática. Aun así, su “Señor Fantástico” no está mal. Solo le faltó una mejor película.
Y en el centro de todo está Victor Von Doom, interpretado por Julian McMahon. Su transformación en ser de metal no tiene sentido y su motivación para volverse malvado es débil. Pero por contradictorio que suene, Doctor Doom funciona dentro del tono de la película: no es el villano que los cómics merecían, pero sí el que esta adaptación podía manejar.
En general, la dinámica del equipo no se siente como la de una familia, pero sí como un grupo de buenos amigos. Lejos de Raimi, lejos de los X-Men, la familia Richards es acá es su propia cosa.
Espectáculo contenido, pero efectivo para el 2005
Ahora, ¿qué pasa con los trancazos? La acción está presente y cumple. El CGI (aunque claramente de su tiempo) se defiende bastante bien incluso hoy. Las peleas son simples, pero entretenidas, y al menos no se sienten genéricas.
Al día de hoy, alguien sin nostalgia difícilmente disfrutaría Los 4 Fantásticos: vería una película anticuada, con humor torpe y personajes planos
Uno de los aciertos es que muchas escenas fueron filmadas en locaciones reales de Nueva York, lo que le da un aire auténtico a la cinta y nos recuerda lo que hizo Sam Raimi con Spider-Man. Y aunque sean locaciones creadas ex profeso, la mayoría de las veces la ciudad se siente viva. Esto, por supuesto, era muy importante: los 4 Fantásticos son, ante todo, héroes neoyorquinos.
En lo que respecta a la fotografía, aunque competente, esta abusa de planos sugerentes sobre Jessica Alba, lo que no solamente está mal sino que la aleja de propuestas más estilizadas como Blade II, un clásico tan sofisticado visualmente que aún al día de hoy es difícil de superar. Finalmente, está el tema de la música que corre a cargo de John Ottman, y quien ya había trabajado en X-Men 2. Aunque aquí no alcanza la misma fuerza, sí logra una identidad sonora genuina.
¿Los 4 Fantásticos de 2005 vale la pena?
De manera superficial, Los 4 Fantásticos de 2005 es una película funcional. En profundidad, es una cinta llena de errores, con un guion pobre y decisiones creativas que hoy no se permitirían. Pero también es un eslabón necesario en la historia del cine de superhéroes. Sin ella, probablemente no habríamos llegado a ver pelis como Iron Man, Avengers o incluso Guardians of the Galaxy.
Al día de hoy, alguien sin nostalgia difícilmente la disfrutaría. Vería una película anticuada, con humor torpe, personajes planos y efectos superados. Pero quienes la vimos en su momento, la recordamos con una mezcla de cariño y vergüenza. Fue pionera sin saberlo. Salió antes de que Marvel supiera quién era en el cine. Y aunque no resistiría la crítica actual, fue una parte necesaria del camino.
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