Napoleón es la película más majestuosa que Ridley Scott jamás ha hecho y, sin embargo, no alcanza la grandeza del personaje que le da nombre

Napoleón es la película más majestuosa que Ridley Scott jamás ha hecho y, sin embargo, no alcanza la grandeza del personaje que le da nombre

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Napoleon Es La Pelicula Mas Majestuosa Que Ridley Scott

Tras más de una década alejado de los campos de batalla, Ridley Scott, legendario cineasta detrás de filmes como Gladiator y Black Hawk Down, regresa al lodo, a la sangre y al acero con Napoleón, un filme cuyos tráilers prometían convertirla en la película del fin de año.

Es justo reconocer, de antemano, que el hecho de emprender este proyecto constituye, en sí mismo, un acto de valentía por parte del cineasta de 85 años, pues el nombre del personaje evoca, por sí sólo, imágenes de suficiente grandiosidad como para ahuyentar a cualquier director. Y no lo digo solamente por el peso histórico del protagonista, sino por el legado de películas de antaño que también intentaron retratarlo, tales como Waterloo.

La historia de Napoleón le quedó muy grande al guión

Como figura, Napoleón es uno de los humanos más complejos y ambiciosos de los que se tenga registro, habiendo protagonizado múltiples golpes de estado, salido victorioso en seis guerras continentales y consumado dos matrimonios en unas pocas décadas. Buena suerte convirtiendo todo eso en el libreto de una sola película.

No es ninguna sorpresa si digo, entonces, que el primer y más grande pecado de Napoleón (la película) es que, pese a su duración cercana a las 3 horas, engulle más de lo que puede masticar, intentando abarcar tanto la vida sentimental como la faceta política del emperador. El resultado es un filme al que le faltan balance y cohesión, saltando entre eventos históricos súbitamente, dedicando demasiado tiempo a aspectos de la vida de su protagonista que quizá no lo ameritaban y muy poco a otros que resultaban más trascendentales para su legado.

Napoleon2 Se pueden decir muchas cosas de Napoleón, pero no que sea una película de pequeña escala

Napoleón tiene secuencias épicas, de eso no cabe la menor duda, pero es la historia de un matrimonio más que la de un líder, y eso te toma por sorpresa. Cuando hablas de un estratega militar que participó en 60 batallas y redibujó el mapa de Europa más de una vez, la película puede dejar insatisfechos a quienes entran a la sala en busca de intriga política y beligerancia puras.

Para ponerlo de otra forma, si esto fuera una película biográfica sobre la vida de Adolf Hitler -en aras, meramente de encontrar un personaje de la misma talla histórica-, esta se enfocaría 70% en su relación con Eva Braun y sólo 30% en su ascenso al poder y la Segunda Guerra Mundial. El tratamiento de su vida conyugal es fascinante y emocionalmente potente, pero esto hace que el resto del relato se sienta, por momentos, desconectado.

Napoleon3 Napoleón es la historia de un matrimonio con batallas como aderezo

Fuera de la alcoba, el guión pasa velozmente por eventos como la campaña en Egipto y la batalla de Austerlitz, ofreciendo, a menudo, muy poco en materia de contexto geopolítico. Son hechos importantísimos para la historia universal y para Napoleón como figura, pero aquí sirven sólo como lienzo para desarrollar el relato de la relación conyugal que el cónsul sostiene con Josephine, quien ni siquiera fue su única esposa. En ese sentido, ver Napoleón equivale a hojear un álbum con fotografías sueltas, más que a pasar las páginas en un libro de historia per-se.

La película ignora casi por completo a María Luisa de Austria, la segunda esposa de Napoleón y, cuando se trata de capítulos clave para su biografía -las grandes hazañas, las instancias polémicas, etcétera- hace escala en ellos de manera aislada, mostrando una fecha y avanzando lo más rápido que puede. Queda claro, casi de inmediato, que la biografía de Napoleón le quedó muy grande al guión.

Napoleón es una película sencillamente majestuosa

El libreto que David Scarpa concibió, definitivamente, pudo repartirse mejor en una saga (a la Elizabeth) o hasta en una serie para streaming. Dicho eso, es rescatable como largometraje, gracias, en primer lugar, a un casting excelente, encabezado por el mítico Joaquín Phoenix, cuya introvertida personalidad encajó a la perfección con una figura que se sabe, era reconocida por su proeza militar, más que por su capacidad para contar buenos chistes.

En mancuerna con él, encontramos a Vanessa Kirby, a la cual recuerdo por su rol como la hermana rebelde en The Crown, y a quien también le viene magnífico el papel de esposa problemática para un joven Napoleón, a quien le llevaba seis años, habiendo enviudado previamente.

Napoleon4 Aunque escasas, las batallas en Napoleón son ciertamente épicas

Ambos fueron tan bien seleccionados para sus respectivos personajes que realmente no parecen tener que transformarse para hacer una interpretación creíble de ellos.

Phoenix, en especial es… bueno, él mismo, sólo que vestido como un militar de alto rango del siglo XVIII. Parco, analítico y de gesto adusto, el actor está en su elemento cuando se pone el sombrero de Napoleón. Curiosamente, por su estructura, podría decir que es Kirby quien carga más con la demanda actoral que su personaje requiere. Y hay que reconocer que, en el proceso de humanizar al "pequeño cabo", la película tiene uno que otro brochazo de comedia no-forzada, lo cual es una grata sorpresa.

La segunda gran virtud es que Napoleón es una película sencillamente majestuosa, cuyo precio de entrada se desquita en los primeros cinco minutos, y enamora tanto por los ojos, como por los oídos.

Cada encuadre parece sustraido de una pintura

Si existe un filme para ver en sala de cine y con buen audio, es este. El estándar de producción es, probablemente, el más alto que Scott jamás haya manejado en su trayectoria y, como tal, es una experiencia sensorial, literalmente apantallante y muy minuciosa en el cuidado de todos los detalles que sirven para situar al espectador en el aquí y el ahora. El vestuario, las locaciones, el maquillaje, la utilería, todo es impresionante y te envuelve instantáneamente.

Eso, aunado a lo soberbio de la época en cuestión, confiere a Napoleón un matiz imponente y espectacular, donde cada encuadre parece sustraido de una pintura, enmarcado por un diseño de producción poético, así como por los acordes de una banda sonora digna, que no se casa con un solo estilo.

Napoleon5 El estándar de producción en esta película es soberbio

Por supuesto, no soy historiador, así que desconozco si el uniforme del ejército austríaco, las pelucas de la aristocracia o los muebles de los palacios van de acuerdo con lo que deberían ser, exactamente a finales del siglo XVIII, pero si fallan, no lo hacen al punto de distraerte y sólo los académicos lo notarán.

Aunque son pocas, las batallas también cumplen, pero jamás llegan a equipararse con aquella contra los normandos en Gladiador, en buena medida porque, como dije antes, la película se siente un poco desarticulada en cuanto a contexto y porque el tono de estas secuencias busca ser más táctico que heroico, respetando sólo el cascarón explosivo y brutal de las conflagraciones. Se trata de mostrar a Napoleón como un frío estratega, más que como un soldado de poéticos discursos y maestría en el combate cuerpo a cuerpo. Y bueno, acá no trabajó el amo, Hans Zimmer, para dar ese extra en la música.

Un relato tan elegante y frío como su protagonista

Sólo hay tres batallas en todo el filme, pero es justo reconocer que la última de ellas es titánica y está a la altura de una película con "Napoleón" en su título. En esta secuencia, Scott flexiona su músculo de producción como nunca, evocando exitosamente a películas clásicas, con cientos o quizás miles de extras, empoderado con recursos modernos, aunque sin abusar del CGI.

La gallardía, el esplendor, la táctica y la brutalidad de la guerra en aquel entonces quedan perfectamente retratados en estas secuencias, que tampoco son cortas. Más de una vez me sorprendí exclamando "wow" ante la enormidad de los combates, que para ser francos, son la especialidad de la casa, cuando se habla de Ridley Scott, pero que no bastan para elevar a Napoleón al nivel legendario que ostentan otras piezas de su filmografía.

Napoleon6 Si digo que Napoleón es una película fría es porque su balance de color así lo proyecta intencionalmente

Napoleón es una película entretenida que para haber triunfado rotundamente pudo concentrarse en un evento más limitado en la vida de su protagonista, una sola batalla, una sola hazaña, un solo golpe, una sola coalición que sirviera como muestra de su esencia -como lo hizo Spencer con Lady D, al enfocarse en una simple cena de Navidad- o aceptar la escala de su biografía como algo que debía abordarse en más de un filme. Scott y Scarpa quieren hacer todo a la vez, y la película sacrifica su estructura y buen ritmo en el proceso.

Bajo su formato final, Napoleón se siente incómodamente unida, como si hubieran hecho falta escenas adicionales para redondear un relato tan elegante y frío como su protagonista. Pese a eso, se trata de una experiencia cinematográfica soberbia desde lo técnico, que vale la pena ver en una sala de cine, siempre y cuando tengas la paciencia para ello y no vayas esperando una cátedra de historia o una película de guerra, como tal. Napoleón es algo aparte, aunque ni siquiera en su desenlace uno puede diagnosticar precisamente qué.

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