El Justiciero: Capítulo Final es un thriller palomero que me hizo reír por los motivos incorrectos y que sólo Denzel Washington pudo (casi) salvar

El Justiciero: Capítulo Final es un thriller palomero que me hizo reír por los motivos incorrectos y que sólo Denzel Washington pudo (casi) salvar

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Cuando Liam Neeson se agenció un inesperado hitazo con Taken, los representantes de otros actores de renombre, obviamente, se frotaron las manos ante la posibilidad de convertir a sus veteranos clientes en figuras de acción. Queda clarísimo que así nació El Justiciero, cinta que transforma al sereno -y fuera de forma- Denzel Washington en un letal vengador y defensor de los necesitados.

Si suena a cliché es porque lo es. Así fueron las primeras dos partes de la saga, y esta tercera no es la excepción, sólo que ahora la arena es distinta y, para ser justos, más atractiva que los grises callejones de Boston: Italia. Eso sí, no te vayas con la finta, el Coliseo Romano ni aparece, ni importa, ni nada. Con sus espectaculares persecuciones y duelos, Misión Imposible: Sentencia Mortal explotó mucho mejor las avenidas y callejones de este legendario país, mientras que El Justiciero lo reduce al equivalente moderno del pueblo de La Bella y la Bestia, con todo y sus estereotípicos habitantes.

El Justiciero: Capítulo Final tiene su encanto

No necesitas haber visto las dos primeras rendiciones de la trilogía para entender El Justiciero: El Capítulo Final, pues tanto sus virtudes como sus defectos pasan, precisamente, por lo superficial y unidimensional de sus personajes y eventos. Y aunque existen un par de referencias a hechos pasados, estos tienen nulo impacto en el relato actual, mismo que no guarda relación alguna con lo ocurrido años antes, presentando nuevos personajes secundarios y nuevos antagonistas.

La historia de El Justiciero: Capítulo Final acontece, en buena medida, en un pintoresco pueblo mediterráneo, donde, como en las primeras dos películas, vive gente buena, oprimida por villanos de libro de texto. Así como de libro de texto son los aldeanos: el amable pescador y su familia, el amable doctor y su familia, el amable policía y su familia, la amable (y sensual) mesera y su familia. Tú entiendes. Y es que, como franquicia, El Justiciero ha sido siempre thriller y película para sentirse bien (feel-good movie) en la misma proporción, sólo que ahora hay un aire de El Padrino en la mezcla, que sirve para maquillar las muchas carencias argumentales.

Justicierod En esta ocasión, la camorra es el enemigo, aunque no es mucho rival para nuestro héroe

El Justiciero: Capítulo Final no es una buena película. Resulta súper predecible, está mal estructurada y, por momentos, cae en el absurdo, pero la saga no lleva tres entregas de a gratis, tiene su encanto. Hay algo hipnótico en la forma como Denzel Washington interpreta a Robert McCall, un rol que no demanda mucho del legendario actor, pero que sin él, resultaría absolutamente intrascendente.

Tanto Washington como McCall transmiten la sensación de respeto y simpatía, propios de ese vecino que, como bien puede pedirte una cucharadita de sal, sabes que puede sacarte de un aprieto con el crimen organizado. No es que conozcamos a alguien así, pero McCall está escrito de modo tal, que crees que realmente puede existir y es fascinante de ver, con sus manierismos, su calma y su astucia.

McCall tiene el poder del guión de su lado

Fiel al adjetivo que le da nombre a la serie, McCall es un tipo letal, pero de buen corazón y, para que te importen sus motivaciones, el guión invierte muchísimo tiempo exponiendo a personajes que, si habláramos de un videojuego, serían NPCs prototípicos, así como desarrollando un conflicto que, por momentos parece adoptar una escala regional extraordinaria y emocionante.

Incluso la CIA hace acto de presencia, en la forma de Emma Collins, interpretada por una madura Dakota Fanning, cuyo personaje también parece perfilado para cosas grandes en la historia, hasta que de pronto, todo se detiene y lo construido hasta ese momento se va derechito al demonio.

Justicierob Es un gusto volver a ver a Dakota Fanning, aunque aparezca por poco tiempo

Bien nos decían en nuestras clases de guionismo que la adversidad era el alma de cualquier libreto. El problema con El Justiciero es, precisamente, que McCall tiene el poder del guión de su lado, al punto en donde deja de haber tensión y el conflicto, por grave que parece, se resuelve de manera súbita y anticlimática… sin despeinarse, no sólo porque el justiciero es casi intocable y todopoderoso, sino porque bueno… no tiene cabello (ba-dum-tss).

Aquello que crees que va a pasar, es lo que termina ocurriendo

Denzel Washington ya no está para peripecias a la John Wick, así que el director Antoine Fuqua lo hace ver como un tipo tan eficiente en el arte de matar, que le bastan dos o tres movimientos, perfectamente cronometrados (y editados), para neutralizar a numerosos enemigos. Ello, aunado a la brutalidad, satisface, al comienzo -exclamarás "¡ouch!" varias veces- pero después se vuelve un trámite insípido que, de paso, diluye al conflicto general, catapultándonos al desenlace y a los créditos, y dejándonos con la sensación de que la trama daba para muchísimo, muchísimo más, especialmente por ser... bueno, "El Capítulo Final".

No es como que el hilo conductor quede sin solución. Es más un: "¿Mmm, qué habrá sido del amable pescador y su familia, a quienes vimos casi el mismo volumen de tiempo que al antagonista?". Como en las primeras dos entregas de la serie, The Equalizer destina demasiado tiempo a figuras y situaciones que después desecha, en aras de matar al malo y terminar con todo el asunto. Da la impresión de que, en un punto, Fuqua dijo: "ya me cansé, vámonos".

Poco más se puede decir de El Justiciero: Capítulo Final sin echar a perder su escueta trama. Baste con advertir que es el tipo de película donde, aquello que crees que va a pasar, es lo que termina ocurriendo y, cuando no es así, sorprende para mal o provoca carcajadas donde no debería. La acción no está ni remotamente cerca del espectáculo que ofrecen otros filmes de la categoría, y lo único que la sostiene es un Denzel Washington que, con esta trilogía, jugó a la segura, embolsándose una buena plata, sin mucho esfuerzo y sin ensuciar su reputación. Absolutamente olvidable. Véla cuando llegue a plataformas de streaming y no tengas algo mejor que hacer.

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