Del aclamado director de Your Name, Makoto Shinkai, llega a los cines de México y Latinoamérica Suzume, una película animada que vuelve a demostrar que la universalidad del anime es una de las mayores virtudes de esta expresión artística. Crunchyroll y Sony Pictures han hecho posible el estreno en cines pero ¿vale la pena ir al cine para ver un anime? Aquí tenemos la respuesta.
Suzume, la nueva película de Makoto Shinkai
Suzume es una chica de 17 años que vive en un pequeño pueblo de Japón alejado de las grandes ciudades. Su vida es extremadamente tranquila, atrapada en la cotidianidad de su día a día, pero con un pasado que la atormenta por culpa de una a terrible catástrofe. Un día como cualquier otro, Suzume se sorprende al encontrarse con un joven misterioso con el que intercambia unas cuantas palabras, y lo que para muchos hubiera sido una situación indiferente, para la chica es un evento completamente extraordinario.
En cuestión de minutos y con una explicación que se extiende por casi toda la película, Suzume se ve involucrada entre dos realidades, pues el joven que encontró es una especie de guardián entre el mundo real y el más allá. Sin saber qué está pasando, Suzume rompe la única defensa de nuestro mundo y un poder sin control comienza a causar estragos en todo Japón, por lo que el chico misterioso y nuestra protagonista tendrán que unir fuerzas para detener una serie de desastres en toda la isla, mientras persiguen a un extraño gato que anticipa el inicio del caos.
Makoto Shinkai apuesta por una clásica pareja de anime: dos adolescentes listos para impedir el fin del mundo
Todo lo que acabamos de explicar ocurre en los primeros minutos de la película, pero sirve como base para una serie de acontecimientos que juegan muy bien con los convencionalismos del anime y, al mismo tiempo, muestran una historia profunda que funciona desde varios puntos de vista. La trama de Suzume está inspirada por eventos del mundo real o, mejor dicho, usa estos eventos para personificar el sentir de una sociedad devastada por un desastre natural; lo que resulta terriblemente familiar en países como México o en personas que siguen sobrellevando lo peor de la pandemia.
Makoto Shinkai apuesta por una clásica pareja de anime: dos adolescentes listos para impedir el fin del mundo, pero sin la necesidad de caer en el cliché de una relación con personalidades opuestas. Entre la inminente destrucción de Japón y una inesperada transformación, Suzume y Sōta (aka el chico misterioso) comienzan un hermoso viaje juntos, con una misma misión y con suficiente madurez como para aceptar que ambos se necesitan. Además, el viaje pasa de “solo” salvar el mundo a encontrarse a sí mismos.
Todo esto tiene que ver directamente con la inspiración del director para la historia, misma que es representada a través de situaciones que van de detalles sutiles a, literalmente, alertas y pantallas de teléfono que ponen sobre la mesa el verdadero “enemigo” a vencer. Y es este punto el que le da a la trama ese extra que conecta a toda la sala con los eventos en pantalla: la universalidad del anime. Sentir el temor de los protagonistas, entender el evento que puede acabar con Japón o seguir la relación entre Suzume y las personas que conoce en su aventura es… extremadamente simple.
Más allá de pensar en una trama compleja, Suzume juega con sus simbolismos para envolver a la audiencia, y el resultado es devastador cuando los verdaderos significados salen a la luz. Además, la cinta mantiene una pequeña historia relacionada con la protagonista que crece poco a poco entre risas y explosiones, para terminar como la “cereza de pastel” en una trama que puede resultar tan devastadora como satisfactoria. Todo esto con la gran ventaja de que cualquier personaje en pantalla tiene algo que ofrecer a la trama, lo que se traduce en un gran compromiso del espectador… sin importar que estemos viendo a una silla de tres patas con ojitos o una tía preocupada porque su sobrina no llegó a dormir.
¿Todo es perfecto entonces? No. Lamentablemente la narrativa tiene algunos altibajos pasando la mitad de la cinta, con un aparente final que no es más que un pequeño adelanto al clímax, pero que no consigue mantener el nivel de emociones de un evento a otro. Por otro lado, el que los personajes secundarios sean relevantes no siempre asegura que sean divertidos o que sus acciones tengan sentido con una trama que, para ciertos personajes, no debería salir de la realidad.
Suzume es un viaje exquisito por una animación japonesa
Lo que sí es una maravilla por completo es el estilo visual de toda la película: desde la recreación de Japón, hasta el estrafalario más allá, diseños de animales y bestias, la comida y expresiones de todos los personajes en pantalla. Suzume es un viaje exquisito por una animación japonesa que no le pide nada a los efectos especiales de una Spider-Man y que incluso deja un poco rezagada a la, muy tradicional, Super Mario Bros. Suzume llega en formato IMAX y vale completamente la pena disfrutar de la película en la pantalla más grande que tengas disponible.
Para sumarle un poco más a las cosas positivas, tuvimos la oportunidad de ver Suzume en español latino, con un elenco de voces encabezado por Nycolle González como Suzume y José Antonio Toledano como Sōta. Un trabajo extraordinario por parte de todos los involucrados, sin chistes locales y con una calidad de sonido que permite disfrutar de la experiencia en IMAX por completo. Si quieres ver la película en japonés tendrás que buscar las funciones correspondientes, pero en español latino tienes una gran experiencia.
¿Vale la pena Suzume?
Por supuesto que sí, y no solo en su versión de IMAX. Suzume es una película extraordinaria y muy emotiva, pero, sobre todo, es muy accesible para la audiencia. Sin dejar atrás lo que el anime nos ha demostrado que puede hacer, Suzume nos invita a reflexionar sobre la naturaleza y su inmenso poder, personificando toda esa fuerza en una historia que encaja perfectamente con la realidad. Cada vez es más común poder ver anime en las salas de cine, pero no por ello hay que dejar de apoyar este tipo de iniciativas.