En el vasto océano de los videojuegos, pocos han logrado capturar la esencia romántica y brutal de la piratería como Assassin’s Creed IV: Black Flag. Un juego que, a más de una década de su lanzamiento original en 2013, sigue ondeando sus velas con firmeza, recordándonos que no hace falta un galeón nuevo para sentir la emoción del mar abierto. Hoy, gracias a la integración de Ubisoft+ Classics en Xbox Game Pass Ultimate, esta joya se suma al catálogo, consolidándose como uno de los grandes atractivos del nuevo plan.
Por supuesto, con su integración ahora se vuelve en una de las recomendaciones obligadas de Game Pass, pues estamos ante un juego que revolucionó su propia saga y que redefinió cómo imaginamos los juegos de piratas en el medio. Mientras otros experimentos del género se quedaron a medio camino, Black Flag logró un equilibrio perfecto entre libertad, exploración y narrativa, hasta el punto de convertirse en un referente.
El pirata que nació templario
Uno de los grandes aciertos de Black Flag fue darle el timón a un protagonista distinto a lo habitual en la saga. Edward Kenway, un galés ambicioso y carismático, no empieza como un devoto miembro de la Hermandad de Asesinos. Su motivación inicial no es la justicia ni la filosofía, sino el oro y la gloria. Y en esa ambivalencia radica su atractivo: Edward es un personaje que navega entre dos mundos, el del corsario oportunista y el del asesino que poco a poco encuentra un propósito más profundo.
A diferencia de Ezio Auditore o Altair, Edward no representa un héroe clásico. Es un hombre imperfecto, un sobreviviente que se abre camino a base de astucia y acero. Su historia refleja lo que fue la piratería en el Caribe del siglo XVIII: un constante vaivén entre ideales de libertad y la cruda realidad de la violencia.
El Jackdaw, más que un barco
Pero si Edward es el rostro del juego, el Jackdaw es su corazón. Nunca antes un barco había sido tan protagonista en un videojuego. No se trata solo de un medio de transporte: mejorarlo, armarlo y tripularlo es esencial para progresar en la aventura. Desde sus cañones hasta las velas, cada detalle influye en la experiencia de juego.
El combate naval, introducido en Assassin’s Creed III, alcanzó en Black Flag su máxima expresión. Navegar por el Caribe, asaltar fuertes, cazar ballenas o lanzarse al abordaje de un galeón enemigo eran experiencias que hacen sentir al jugador como un verdadero capitán pirata. Esa sensación de libertad, reforzada por un mar abierto sin tiempos de carga, marcó un antes y un después en la industria.
Además, el mapa de Black Flag es tan vasto como diverso. Selvas espesas, ruinas mayas, islas solitarias y naufragios ocultos bajo el agua crean un escenario que invita a la exploración constante. A ello se suman ciudades vibrantes como La Habana, Kingston y Nassau, donde la saga recupera su esencia más clásica de parkour y sigilo urbano.
En conjunto, la obra logra un delicado equilibrio entre el ADN de Assassin’s Creed y el espíritu de un juego de piratas. Podías pasar horas acechando entre multitudes, solo para después perderte en el horizonte, persiguiendo una nueva aventura en mar abierto.
Opinión de los jugadores
La llegada de Black Flag a Xbox Game Pass Ultimate también ha reavivado la conversación entre los jugadores, muchos de los cuales no dudan en calificarlo como uno de los mejores Assassin’s Creed de todos los tiempos. En Xbox, el título goza de una valoración de 4.7 sobre 5, y las reseñas reflejan tanto cariño como humor:
“Simulador de Veracruz. Pensé que Don Cangrejo era el dueño de la plaza”.
“Uno de mis AC favoritos. Puede parecer limitado si lo comparas con los juegos actuales, pero Edward Kenway es de los protagonistas más carismáticos de la saga. 10/10”.
“Excelente. Buena ambientación. De verdad te hace sentir un pirata. Combina bien con el hecho de ser asesino”.
Decir que Black Flag es el mejor juego de piratas de la historia no es exagerar: hasta hoy, ningún otro ha logrado igualar su mezcla de libertad, combate naval y narrativa inmersiva. Entregas posteriores como Sea of Thieves han explorado el multijugador y la experiencia compartida, pero la aventura de Edward Kenway sigue siendo la brújula que marca el rumbo del género.
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