Uno de los decesos más dolorosos que hemos tenido que enfrentar los jugadores es, sin duda alguna, el sacrificio realizado por John Marston al final del primer Red Dead Redemption. Después de ese momento desgarrador, nos vemos obligados a continuar con Jack Marston, e incluso podemos visitar la tumba de nuestro difunto padre. Lo que pocos saben es que esa tumba encierra una referencia que conecta al protagonista del juego de Rockstar Games con la Biblia.
La referencia bíblica al final de Red Dead Redemption
La muerte de John Marston no solo fue icónica: inmediatamente lo convirtió en uno de los personajes más humanos y complejos del medio. Después de pasar el juego entero intentando escapar de su pasado, de redimirse por los pecados cometidos, el protagonista terminó entregando su vida por su familia. Eso sí, pocos lo notaron, pero incluso en la muerte, Marston nos dejó una última lección grabada en piedra: un epitafio tomado directamente de las Sagradas Escrituras.
Así es como nos encontramos en su tumba con el siguiente epitafio:
“Blessed are the peacemakers” | “Bienaventurados los pacificadores”
Esta cita proviene del Evangelio según San Mateo, capítulo 5, versículo 9: “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios”. Se trata de una de las Bienaventuranzas, y su mensaje no podría ser más claro: quien lucha por la paz, aunque venga de un pasado violento, tiene un lugar entre los justos.
Ese mensaje es uno de los easter eggs más curiosos dentro de los juegos de Rockstar Games. No solo honra la transformación de Marston, sino que, de alguna manera, también nos da a entender cuál es su legado. De esta manera, John Marston no es recordado por los crímenes que cometió, sino por la paz que intentó construir al final. En un mundo donde los actos hablan más que las palabras, su epitafio le da un cierre digno, uno que trasciende el videojuego y se vuelve casi espiritual.

Red Dead Redemption nos dio mucho más que una historia del Viejo Oeste. Nos permitió encarnar la misma piel de un hombre que logró encontrar su redención. Y al final, esa tumba silenciosa nos recuerda algo más profundo: que buscar la paz también puede ser un acto de valentía.
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