De manera completamente adelantada a su tiempo, Sega incursionó en el mercado de los juegos digitales con un título de Sonic: una obra que, enmarcada dentro del género de puzzles, terminó siendo un fracaso, quedándose cautiva en Japón por mucho tiempo y volviéndose prácticamente en una entrega desconocida del Erizo Azul: esta es la historia de Sonic Eraser.
El título de Sonic que se adelantó al mercado de juegos digitales
Planeado por Sega a inicios de 1990, y lanzado solo un año después, en 1991, Sonic Eraser apostó por un formato sencillo pero competitivo: el género de puzzles. Dicho juego buscaba expandir el alcance del Erizo Azul más allá de las aventuras de plataforma, ofreciendo a los jugadores una experiencia tan interesante, como extraña, para el personaje.
Lo interesante, más allá del juego, fue su forma de distribución: pionera en el mundo digital. Y es que Sonic Eraser solo podía ser conseguido a través del servicio Sega Meganet, una plataforma online que permitía a los usuarios descargar juegos mediante el Sega Mega Modem.
En una época en la que las conexiones de Internet eran lentas y limitadas, el juego se descargaba en apenas un minuto gracias a su diseño compacto de 1 megabit: un enfoque visionario que auguraba lo que sería el futuro de la distribución digital de videojuegos.
Sin embargo, este mismo adelanto tecnológico fue también su mayor debilidad. La baja penetración de Internet en 1991 y la limitada disponibilidad del hardware necesario para acceder a Sega Meganet, además de que solo se distribuyó en Japón, hicieron que Sonic Eraser fuera inaccesible para la mayoría. Como resultado, muy pocos usuarios llegaron a descargarlo, y el juego nunca logró salir del mercado nipón, quedando relegado al olvido.
Un juego innovador de Sonic, pero a la vez, un juego muy malo de Sonic
Las reseñas del juego, en general modernas y de personas que acudieron al título solo por tratarse de una entrega de Sonic, coinciden en que Eraser es un juego pobremente diseñado, completamente alejado de lo que se esperaría de una entrega de la IP de Sega.
Las críticas destacan su jugabilidad repetitiva y frustrante, donde la interacción se limita a una mecánica de eliminar bloques. Además, la falta de una verdadera aventura (algo que siempre ha caracterizado a la franquicia), sumada a unos gráficos poco inspirados, han contribuido a una experiencia negativa por parte de los jugadores.
Al día de hoy, Sonic Eraser es un ejemplo de cómo las ideas más vanguardistas pueden fracasar si no encuentran un terreno preparado para su ejecución. De manera similar, proyectos como Google Stadia, que intentó revolucionar el mercado con juegos en la nube, o el Dreamcast, que también integró funcionalidades online antes de su tiempo, enfrentaron problemas similares, y terminaron encaminándose irreversiblemente hacia el fracaso.
La moraleja de esta historia es que el éxito de no solo los videojuegos, sino de cualquier medio de entretenimiento, no solo depende de la innovación: la madurez del entorno en el que se lanzan estas ideas es primordial para que una obra, del tipo que sea, llegue a buen puerto.