Tras la exitosa implementación del Wii Mote en el icónico Nintendo Wii, la competencia no tardó en sacar sus propias variantes con la intención de quedarse con una rebanada del pastel. De esta manera nació Xbox Kinect, un accesorio que nos engañó a todos, y que en realidad nunca funcionó como Microsoft dijo que haría.
La falsa promesa de Xbox
Después de que Nintendo implementara tecnología de control por movimiento con su Nintendo Wii, PlayStation no tardó en responder con su propio intento: PlayStation Move, y por su parte, Xbox, en 2010, presentó Kinect para la Xbox 360, prometiendo una revolución en la forma en que interactuaríamos con los videojuegos, dejando de lado finalmente los controles físicos.
La idea de Microsoft era ofrecer una experiencia de juego completamente nueva, en la que los jugadores pudieran controlar los títulos a través de su propio cuerpo. Prometieron que Kinect sería capaz de captar movimientos en 3D, ofrecer comandos de voz y ofrecer una experiencia de juego completamente inmersiva, sin necesidad de accesorios adicionales...
La imprecisión del Xbox Kinect
Pero lo cierto es que la realidad fue bastante diferente. A pesar de las grandes expectativas, Kinect nunca alcanzó el nivel de interacción que Microsoft prometió: la detección de movimientos era imprecisa, los comandos de voz no funcionaban como se esperaba y, en general, la tecnología no cumplió con las altas expectativas que se crearon en torno a ella. La promesa de “jugar sin controles” rápidamente se desinfló cuando los jugadores se dieron cuenta de las limitaciones.
Por ejemplo, con el juego de Dragon Ball Z: For Kinect, los jugadores se encontraban moviendo los brazos en el aire tratando de realizar ataques especiales, pero el dispositivo no era capaz de detectar los movimientos correctamente. Y este no fue el único caso: otros títulos como Kinect Adventures! tampoco lograron ofrecer una experiencia consistente o convincente, y a menudo también fallaba al detectar estos movimientos. ¿El resultado? Una experiencia frustrante y un gasto de dinero absurdo.
Al final, la realidad es que Xbox Kinect nunca estuvo a la altura de lo prometido. Sí, sigue siendo recordado, pero más como un ejemplo de cómo las grandes expectativas pueden no cumplir con la experiencia real que los jugadores esperan.
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