En tiempos donde muchos videojuegos prometen elecciones significativas pero terminan reduciéndolas a simples ramificaciones cosméticas, The Outer Worlds 2 llega con la audacia de recordar que un RPG no solo debe permitirte escoger tu camino, sino obligarte a vivir con él. En este contexto, la secuela de Obsidian Entertainment, heredera directa del ácido y punzante espíritu del primer título, parece empeñada en demostrar que “libertad” no es un eslogan publicitario, sino un compromiso narrativo.
El estudio ya ha demostrado ser un experto en diseccionar la ciencia ficción desde la sátira, y con esta continuación apunta a ser todavía más incómodo y sagaz. The Outer Worlds 2 es un RPG de disparos en primera persona, pero también es una especie de bufón galáctico que señala los excesos del capitalismo, la ridiculez de las burocracias corporativas y las grietas éticas de la ciencia cuando se divorcia del sentido común. Quien entre esperando un simple juego de exploración espacial terminará encontrándose con un espejo distorsionado, aunque no tanto como quisiéramos admitir, de nuestra realidad,
Un universo nuevo para criticar los vicios de siempre
La secuela abandona el sistema Halcyon para abrirse a una galaxia completamente nueva, compuesta por planetas con culturas tan exóticas como sus problemas. El cambio no es solo estético: es un manifiesto creativo. Nada está atado al canon previo, lo que permite a Obsidian expandirse en escala, mátices, ambición y profundidad, y donde la exploración es la clave del éxito.
Pero ese salto de escala trae consigo un reto: llenar ese espacio de historias que valgan la pena, y Obsidian lo hace a través de uno de sus sellos más reconocido: la sátira corporativa. Las nuevas colonias están gobernadas por conglomerados que funcionan como caricaturas grotescas de nuestro mundo actual, donde las reglas son tan absurdas que uno no sabe si reír o temer su posible semejanza con la realidad.
Pero el corazón del juego vuelve a ser su sistema de elección y consecuencia. Aquí no se trata de escoger entre ser santo o villano, sino de navegar la zona gris donde casi todas las decisiones tienen un costo. Ayudar a una facción puede condenar a otra, y lo "correcto" rara vez está claro.
Las decisiones no solo afectan la narrativa principal; repercuten en la ecología política del sistema, en el destino de comunidades enteras y, sobre todo, en la percepción que tus compañeros tienen de ti. Porque sí, el elenco de aliados vuelve a jugar un papel crucial. Cada miembro de la tripulación está construido como una entidad con creencias, límites, contradicciones y demandas. No siguen al protagonista por inercia: reaccionan, discuten, desaprueban o se vuelven más leales según el rumbo que tomes.
Un FPS táctico que no renuncia al rol
En lo jugable, The Outer Worlds 2 integra una mezcla de disparos dinámicos con elementos clásicos de RPG. Regresan los perks, las habilidades y el sistema de “Tiempo de Dilatación Táctica” (TDD), un tipo de ralentización estratégica que permite apuntar a puntos débiles o reaccionar antes de que un enemigo te convierta en polvo cósmico.
Esta combinación vuelve a darle al combate una capa estratégica que lo distingue de otros shooters espaciales, aunque en esta ocasión se siente más pulido y conciso. Se nota que es uno de los aspectos en los que más trabajo Obsidian con respecto a su antecesor, pues estamos ante un juego de disparos que tiene físicas sólidas y que por momentos se siente como un Halo.
Por otro lado, si algo define a esta secuela es su ambición. The Outer Worlds 2 es un RPG construido para multiplicarse en cada partida. Miles de decisiones, consecuencias acumulativas y desenlaces profundamente distintos apuntan a un juego que quiere sobrevivir en la memoria de los jugadores no por su tamaño, sino por su capacidad para hacerlos sentir que cada elección importa. Pese a la mejora en la acción, Obsidian no se olvida de que estamos, ante todo, en un juego de rol.
En última instancia, estamos ante un juego que es más que una secuela ambiciosa y que se posiciona como uno de los proyectos más sólidos y autorales dentro del género. Su combinación de sátira inteligente, libertad narrativa real y un diseño de decisiones que impactan profundamente al jugador lo colocan como un firme candidato a llevarse el reconocimiento como RPG del año.
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