No soporto los juegos de terror, pero este es la excepción y lo pase de principio a fin: lo puedes jugar en Xbox Game Pass

No Soporto Los Juegos De Terror Pero No Pude Dejar De Jugar Este De Principio A Fin 3
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Ayax Bellido

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Ayax Bellido

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Escribo sobre videojuegos y anime, y me siento muy afortunado por ello. Editor en 3DJuegos LATAM. ¡Llegó el momento de la espada y el hacha, llegó el momento de la locura y el desdén!

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Hay géneros de videojuegos que generan un rechazo automático en ciertos jugadores. En mi caso, el terror siempre ha ocupado ese lugar. No es el sobresalto lo que me incomoda, sino la sensación de indefensión, el saberse frágil en mundos diseñados para aplastarte. Sin embargo, de vez en cuando aparece un juego que desafía esas barreras personales y te obliga a cruzar la frontera del miedo. Little Nightmares II es ese juego que es la excepción a mi regla. Lo probé con cautela y terminé recorriéndolo de principio a fin, con el pulso acelerado y la mente atrapada en sus imágenes perturbadoras.

Disponible en Xbox Game Pass, esta entrega de Tarsier Studios es una experiencia de supervivencia, aventura y suspenso que, lejos de caer en los clichés del género, aprovecha la perspectiva de la infancia y la indefensión como motor narrativo. Su fuerza no está en lo explícito, sino en lo sugerido, en lo que habita entre las sombras y en cómo se siente estar en un mundo donde todo es desproporcionado, hostil y grotesco.

Terror desde la perspectiva de la infancia

A diferencia del primer juego, donde Six fue la protagonista, aquí el jugador toma el control de Mono, un niño que cubre su rostro con una bolsa de papel. Desde el inicio, Mono no está solo: lo acompaña Six, la chica del icónico impermeable amarillo, convertida ahora en su compañera de viaje.

La dinámica entre ambos personajes es uno de los grandes aciertos de la secuela. No es una relación idílica, sino una colaboración necesaria, marcada por la vulnerabilidad compartida. Mono y Six deben apoyarse mutuamente para resolver puzles, alcanzar lugares inalcanzables y activar mecanismos que, de otro modo, serían imposibles de manipular para un niño. La ternura de su vínculo funciona como contrapeso al horror del mundo que los rodea.

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Y es que si algo caracteriza a Little Nightmares II es la forma en que amplifica lo cotidiano hasta volverlo amenazante. Una silla, puerta o regla de madera se transforman en instrumentos de miedo cuando los miramos desde la escala de un niño. Todo está diseñado para reforzar esa sensación de pequeñez: escenarios inmensos, enemigos desproporcionados y objetos gigantescos que convierten la exploración en una constante lucha contra un entorno hostil.

El apartado visual merece mención aparte. Tarsier Studios construye un mundo grotesco y decadente, con una iluminación minimalista que acentúa la atmósfera opresiva. No hay necesidad de sobresaturar con sangre o sustos fáciles; el verdadero terror proviene del ambiente mismo, los cuerpos deformes de los enemigos, las habitaciones abandonadas y los televisores encendidos con estática que hipnotizan a los habitantes de la llamada Pale City.

Cada capítulo del juego introduce a un nuevo villano con características y mecánicas propias. Entre ellos destacan El Cazador, que persigue a Mono y Six en los bosques; La Maestra, cuya figura alargada y movimientos bruscos generan un terror único; y el inquietante Hombre Delgado, una presencia que se mueve a través de las frecuencias de televisión y que representa la amenaza más persistente de la aventura.

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Temas más allá del horror

Little Nightmares II no es un juego que ofrezca explicaciones directas. Su narrativa es deliberadamente críptica y simbólica, lo que invita a la interpretación. Aun así, hay temas que atraviesan la experiencia: la infancia como etapa vulnerable, el aislamiento, la obsesión con las pantallas y, sobre todo, el control. La torre de transmisión funciona como un eje metafórico: representa la manipulación, el poder que distorsiona la realidad y somete a quienes caen bajo su influencia. 

El desenlace del juego es recordado por muchos jugadores como uno de los giros narrativos más impactantes de los últimos años. No conviene entrar en detalles, pero basta decir que reconfigura por completo la relación entre Mono y Six, y deja una huella emocional que permanece mucho después de que la partida termina.

Lo más interesante de Little Nightmares II es su capacidad de atrapar incluso a quienes, como yo, evitan los juegos de terror. La clave está en que no depende del susto repentino, sino de una atmósfera que combina tensión, misterio y momentos de belleza inquietante. Es un título que demuestra que el miedo puede ser narrado desde la sutileza, desde lo visual y lo simbólico, sin necesidad de recurrir a fórmulas fáciles.

C0n Little Nightmares III en el horizonte (lanzamiento programado para el próximo 10 de octubre), este es el momento perfecto para regresar o descubrir por primera vez la segunda parte de esta aventura. Es accesible, corto en duración pero intenso en contenido, y ofrece una experiencia diferente a los grandes exponentes del género, y una de las recomendaciones obligadas del catálogo de Xbox Game Pass.

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