Muchos lo olvidaron por culpa de The Last of Us, pero este juego es una obra maestra de ciencia ficción que marcó la década pasada

Hablar del año 2013 en los videojuegos es tocar un punto sensible para cualquier jugador veterano. Se trata de uno de esos momentos que quedan grabados en la memoria colectiva: un año donde convivieron lanzamientos que definieron el rumbo de la industria y marcaron la transición hacia una nueva generación de consolas. Grand Theft Auto V llevó los mundos abiertos a un nivel insólito, The Last of Us redefinió la narrativa emocional en los videojuegos y, casi en silencio, Bioshock Infinite nos regaló una de las obras más ambiciosas de la ciencia ficción moderna. Y sin embargo, hoy pareciera que pocos lo recuerdan.

Bioshock Infinite es una obra maestra que muchos han olvidado

El tiempo ha sido amable con la obra de Naughty Dog. Su historia postapocalíptica, protagonizada por Joel y Ellie, ha gozado de secuelas, remasterizaciones y hasta una serie de televisión multipremiada. The Last of Us se convirtió en sinónimo de madurez narrativa en el medio, en ese ejemplo que todo jugador menciona como un referente cuando se trata de un videojuego capaz de contar una historia tan bien como una película. Pero mientras ese juego se convertía en fenómeno cultural, Bioshock Infinite quedó relegado a un segundo plano, eclipsado por una conversación que nunca le hizo justicia.

Y es injusto, porque lo que Ken Levine y su equipo en Irrational Games lograron con Infinite fue tan revolucionario como lo que Naughty Dog propuso. Esta secuela espiritual del Bioshock original nos invitó a explorar Columbia, una ciudad flotante en las nubes que parecía un sueño utópico y terminó siendo una pesadilla ideológica.

Ahí conocimos a Booker DeWitt, un investigador privado atormentado por su pasado, y a Elizabeth, una joven con el poder de abrir portales entre realidades alternativas. La premisa, que podía sonar a un simple cuento de hadas disfrazado de shooter, se convirtió en una reflexión incómoda sobre el fanatismo, el racismo y las segundas oportunidades.

¿The Last of Us o Bioshock Infinite?

El contraste entre Bioshock Infinite y The Last of Us es fascinante: mientras Joel y Ellie luchaban por sobrevivir en un mundo devastado por la infección y la crueldad humana, Booker y Elizabeth atravesaban universos paralelos buscando redención en medio de una sociedad que glorificaba el supremacismo blanco. Ambos juegos, aunque opuestos en estética y mecánicas, compartían una misma obsesión: la relación entre un adulto roto y una niña que lo obliga a confrontar sus demonios. Tal vez por eso se sintieron tan cercanos y, al mismo tiempo, tan comparables.

La narrativa de Bioshock Infinite fue arriesgada para su época. El multiverso, los giros de guion y los finales abiertos no eran tan comunes en el medio como hoy. El juego exigía al jugador prestar atención, interpretar pistas, unir piezas y aceptar que no todas las respuestas serían explícitas. Incluso su diseño artístico, mezclando estética steampunk, arquitectura patriótica y música anacrónica, creó un mundo que no se parecía a nada que hubiéramos visto antes. Cada calle de Columbia era una postal perturbadoramente hermosa, un paraíso suspendido sobre cimientos podridos.

Entonces, ¿por qué se recuerda menos? Quizá el factor zombie de The Last of Us conectó mejor con la cultura pop, que ya venía fascinada por The Walking Dead. Tal vez la campaña publicitaria de PlayStation fue tan grande que dejó poco espacio para otras conversaciones. O quizá fue una cuestión de timing: Bioshock Infinite salió meses antes del debut de la nueva generación de consolas, y su estudio, Irrational Games, prácticamente desapareció tras su lanzamiento. No hubo secuelas directas ni series en streaming para mantener viva la llama.

Más de diez años después, revisitar Bioshock Infinite es redescubrir una joya que envejeció con dignidad. Su jugabilidad puede sentirse menos refinada que los estándares actuales, pero su historia sigue siendo una de las más provocadoras e imaginativas que el género haya ofrecido. Es un recordatorio de que los videojuegos no solo pueden emocionarnos; también pueden incomodarnos, hacernos pensar y llevarnos a lugares imposibles.

Dónde jugar Bioshock Infinite en 2025

Puede que el mundo haya olvidado Columbia por mirar demasiado hacia los cordyceps de Naughty Dog, pero los que alguna vez flotamos entre sus nubes sabemos la verdad: Bioshock Infinite fue y sigue siendo una obra maestra de la ciencia ficción, y actualmente lo puedes jugar en Xbox One, Xbox Series, PS4, PS5 y hasta Nintendo Switch en su versión remasterizada.