Siete años han pasado desde que Dynasty Warriors 9 dejó a muchos fanáticos desilusionados, sumiendo a una de las series más icónicas de Koei Tecmo en una pausa que parecía indefinida. Hoy, Dynasty Warriors: Origins llega con la promesa de una renovación audaz que no solo busca corregir los errores del pasado, sino que quiere llevar a la franquicia hacia una dirección completamente nueva.
Con el legado de la longeva saga musou a sus espaldas, Dynasty Warriors: Origins no solo quiere posicionarse como un tributo a sus predecesores, sino como una renovación audaz que atraiga tanto a los veteranos como a los recién llegados. Incorporando elementos de estrategia y exploración, junto con el frenético combate característico de la saga, esta entrega pretende ser un equilibrio entre innovación y nostalgia, pero, ¿ya en la práctica y el fragor de las grandes batallas cumple con las expectativas?
Una narrativa que redefine los Tres Reinos
Dynasty Warriors: Origins reimagina el enfoque narrativo de la saga al centrarse en los eventos previos a la icónica batalla de Chibi, una de las más importantes de la era de los Tres Reinos. En lugar de presentar esta confrontación como un preludio a conflictos más grandes, Origins la utiliza como el clímax de una historia que, por primera vez, explora los comienzos de esta época devastada por la guerra. Esta perspectiva más detallada permite una comprensión más íntima de las motivaciones y contextos de personajes que ya conocíamos, pero de los cuales sólo conocíamos su faceta como grandes generales de guerra.
En esta entrega, el jugador asume el papel de un joven misterioso y errante, un maestro de las artes marciales que se encuentra con Guan Yu, el legendario guerrero. A partir de ese momento, la historia se desarrolla a través de sus ojos, conectándolo con un elenco de personajes profundamente humanos, alejados de los tonos caricaturescos que solían tener en entregas anteriores. La narrativa se divide en tres caminos, dependiendo de la facción a la que el jugador elija aliarse, pues tendremos la oportunidad de apoyar a los 3 líderes del desmoronado Imperio Han: Cao Cao, Lui Bei o Sun Jian.
La narrativa combina épica histórica y un enfoque más personal en sus personajes.
Si bien tenemos elección de diálogos a lo largo de todo el juego, esta última será la única elección de verdadero peso que hagas a lo largo de todo el juego. Al principio, lucharemos codo a codo y generamos vínculo con cada uno de los líderes de las tres facciones, sin embargo, llegado cierto punto en el juego, debemos elegir por cuál de los tres es la mejor opción para llevar al Reino a su máximo esplendor.
En lugar de las tradicionales etapas seleccionadas desde un menú, Origins presenta un mapa del mundo que el jugador puede explorar libremente. Aunque no es un mundo abierto en el sentido estricto, ofrece un nivel de control y libertad que no habíamos visto en la saga. Este cambio estructural es un soplo de aire fresco, permitiendo visitar lugares, interactuar con personajes y participar en batallas en un orden que se siente orgánico y coherente con la progresión narrativa.
La duración de la campaña principal es de aproximadamente 40 horas, pero esto solo representa una parte de la experiencia. Completar las tres rutas puede triplicar ese tiempo, convirtiéndolo en uno de los juegos más robustos de la serie. Además, la posibilidad de volver a capítulos anteriores con todo el progreso intacto (niveles, habilidades y armas) facilita la rejugabilidad y fomenta la exploración de cada perspectiva.
Ahora, vale decir que si bien la historia central de los Tres Reinos está magistralmente construida, la trama personal de nuestro protagonista no logra mantener el mismo nivel de impacto. Aunque su condición de amnésico ofrece un punto de partida interesante, eventualmente se siente como una distracción que no alcanza a competir con el drama político y militar que lo rodea. Sin embargo, esta debilidad se ve compensada por la profundidad de los personajes secundarios y la calidad de las escenas, que agregan una dimensión emocional nunca antes vista en la serie.
Un combate renovado: estrategia y combos al por mayor
El sistema de combate de Dynasty Warriors: Origins marca una evolución significativa respecto a sus predecesores. Si bien conserva el enfoque clásico de "1 contra 1000" y es un hack and slash a toda regla, introduce mecánicas más complejas al enfrentarse a oficiales enemigos. Estos duelos enfatizan la defensa, con paradas y esquivas que permiten aprovechar las vulnerabilidades del oponente. Una vez que la moral del enemigo se agota, el jugador puede ejecutar ataques devastadores que añaden una capa de estrategia y recompensa.
Dynasty Warriors Origins vuelve a poner al género del musou en el mapa para que aquellos que no le han dado una oportunidad.
Aunque este sistema puede resultar un cambio drástico para los fanáticos de los hack and slash más tradicionales, aporta una profundidad que enriquece la experiencia. Cada arma tiene su propio conjunto de movimientos y habilidades, lo que invita a experimentar y perfeccionar tácticas. Sin embargo, no todo es perfecto: la repetición comienza a sentirse a medida que se dominan las mecánicas, especialmente en las batallas más largas donde la resistencia de los enemigos se convierte en el principal desafío.
Eso sí, las batallas a gran escala son verdaderamente impresionantes, llevando el concepto de "caos controlado" a nuevos niveles. Desde los gritos de las tropas hasta la magnificencia de los ataques especiales, el juego logra capturar la intensidad de los enfrentamientos históricos. Cada mapa presenta diseños atractivos que mantienen al jugador alerta, mientras que las decisiones estratégicas en tiempo real, como rescatar aliados o defender posiciones clave, añaden una capa de tensión constante. De hecho, yo perdí más batallas por una mala estrategia o decisión equivocada en el campo, y no tanto porque el enemigo haya dejado mi barra de vida vacía.
Los aliados también desempeñan un papel crucial. En la mayoría de las batallas, el jugador puede formar equipo con un compañero controlado por IA, quien luchará junto a él y, en momentos clave, puede ser controlado directamente. Este sistema no solo aporta variedad al combate, sino que también refuerza la sensación de camaradería en medio del caos.
Y si bien estamos ante una jugabilidad que se trata esencialmente de machacar botones con combos, Origins se las ingenia para ser un juego constante, y hasta cierto punto, adictivo. Las amplias opciones para ajustar armas y habilidades ofrecen una sensación de control que permite a cada jugador encontrar su estilo único, y la opción de poder ser un general en el campo de batalla y dirigir tus fuerzas con determinadas acciones en el submenú de estrategia agrega una capa de diversión.
Además, los niveles de dificultad personalizables no solo son un guiño a los puristas del género, sino que recompensan de manera justa a quienes se atreven a enfrentar los retos más duros. Este enfoque no solo enriquece el gameplay, sino que establece una base sólida y prometedora para revitalizar la serie Dynasty Warriors, que últimamente necesitaba un soplo de aire fresco.
Eso sí, no esperes una gran variedad en el diseño de misiones, tanto principales como secundarias: desde las escaramuzas rápidas en escenarios más reducidos hasta las épicas batallas tácticas en campos de gran escala, todas siguen la misma fórmula. Cada misión tiene su propio ritmo y objetivos, desde proteger aliados hasta vencer enemigos antes de que el reloj llegue a cero, pero al final, en todas cumplimos nuestra misión tras haber atravesado un campo de batalla repleto de soldados que vuelan por los aires con nuestros poderosos ataques.
El equilibrio entre nostalgia y modernidad
Uno de los mayores logros de Dynasty Warriors: Origins es encontrar un equilibrio entre respetar sus raíces y adoptar nuevas ideas. La banda sonora impactante, los diseños de personajes y la escala de las batallas evocan la nostalgia de entregas pasadas, mientras que las mejoras en narrativa y combate muestran una franquicia dispuesta a evolucionar. Sin embargo, algunos fans podrían extrañar la enorme variedad de personajes jugables que definía a los títulos anteriores.
Y es que Dynasty Warriors Origins aprovecha la potencia de la generación actual para ofrecer una experiencia visual y jugable realmente pulida. Jugar con 60 o incluso 120 fps en modo rendimiento es un auténtico placer, especialmente en un juego donde la acción rápida y los combates frenéticos son el núcleo. La combinación de una paleta de colores más oscura y una banda sonora intensa logra unir lo novedoso y lo tradicional de una manera que resulta muy atractiva. Es como si el juego supiera exactamente cómo capturar la esencia de la saga mientras da un paso hacia el futuro en el aspecto audiovisual.
A lo largo de mis largas sesiones de juego en PlayStation 5 no sufrí con bugs o caídas de rendimiento, y si bien es notorio que el modelado de algunos de los personajes o elementos del entorno necesitan cierto pulido, no termina por afectar en un juego que apuesta por las batallas y los escenarios a gran escala y no en los pequeños detalles.
Dynasty Warriors: Origins goza de un rendimiento sólido que permite una experiencia de juego fluida.
Además, me parece interesante cómo se priorizan los números sobre las opciones cosméticas en la personalización de personajes. Aunque a algunos les pueda parecer una limitación, esta decisión refuerza el enfoque en la jugabilidad pura. En cuanto a la dificultad, Origins encuentra un equilibrio interesante: en el modo estándar, los picos de dificultad aparecen justo en el momento necesario para mantenerte alerta y evitar que el juego caiga en una rutina de masacre tras masacre. Lo mejor es que, si te encuentras con un desafío inesperado, siempre puedes reiniciar desde checkpoints estratégicamente colocados. Esto no solo evita frustraciones, sino que también te anima a experimentar con diferentes enfoques y estrategias para superar los obstáculos.
¿Vale la pena?
En muchos sentidos, Dynasty Warriors: Origins representa un renacimiento para la franquicia. Las batallas monumentales, la narrativa enriquecida y el enfoque renovado en la estrategia y la inmersión convierten a este juego en una experiencia que redefine lo que puede ser un título de Dynasty Warriors. A pesar de algunas debilidades narrativas y la repetición inherente al género, Origins demuestra que la serie todavía tiene mucho que ofrecer.
Para los fanáticos de siempre y los recién llegados, este juego no solo es una invitación a redescubrir la saga, sino también una prueba de que, incluso después de siete años de incertidumbre, Dynasty Warriors puede levantarse y reclamar su lugar en el corazón de los jugadores. En términos generales, podemos decir que es una entrega consistente y hasta cierto punto emocionante que nos ha dejado satisfechos.
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