Hay franquicias que se niegan a desaparecer, que encuentran en cada medio un respiro y una oportunidad de seguir contando su historia. Battlestar Galactica es una de ellas. Nacida en 1978, como una serie de televisión que, en su momento, ostentó el título de la más cara jamás producida, ha tenido múltiples encarnaciones: series, cómics, novelas y, por supuesto, videojuegos. En este último terreno, la saga nunca ha tenido un recorrido particularmente sólido, pero con Scattered Hopes llega su sexta incursión digital, y una que apuesta por un camino poco habitual: la gestión de recursos y la estrategia por encima de la acción directa.
Tuvimos la oportunidad de ser de los primeros en jugar la nueva entrega a cargo de Dotemu, y la experiencia me dejó una sensación ambivalente: una mezcla entre la satisfacción de ver un universo tan mítico explorado desde un ángulo diferente, y la frustración que produce enfrentarse a un juego que no busca complacer a todo el mundo, y que demanda paciencia, reflexión y, sobre todo, compromiso.
Una saga con peso en la memoria colectiva
Antes de entrar en el terreno del videojuego, es importante recordar lo que significa Battlestar Galactica. Su argumento, tanto en la serie original como en el reboot moderno, siempre giró alrededor de una idea tan simple como devastadora: la humanidad, en su afán por crear vida artificial, terminó por condenarse a sí misma. Los Cylon, la raza de máquinas que se rebela contra sus creadores, lanzan un ataque nuclear coordinado que arrasa con las colonias humanas y deja a los supervivientes en una lucha desesperada por encontrar un nuevo hogar en las estrellas.
Ese sentimiento de extinción inminente, de lucha constante contra un enemigo más fuerte, frío e implacable, es lo que Dotemu intenta rescatar en Scattered Hopes. En el juego nos ponemos en la piel de un capitán encargado de liderar a los últimos supervivientes tras un ataque devastador de los Cylon. No controlamos a un héroe individual, ni nos convertimos en un piloto estrella que gana batallas con maniobras imposibles. Aquí la victoria se gana con cabeza fría y dando órdenes desde la cabina.
La premisa es clara: debemos guiar a nuestra flota hasta reencontrarnos con la mítica Battlestar Galactica, gestionando recursos, resolviendo crisis y enfrentando las inevitables oleadas de enemigos que buscan borrarnos del mapa. No es un camino fácil, ni está diseñado para serlo.
Una jugabilidad de paciencia, no de adrenalina
Lo primero que hay que dejar en claro es que Scattered Hopes no es un juego para todo el mundo. Si alguien llega con la expectativa de experimentar combates frenéticos en primera persona o de ponerse al mando de la Galactica en espectaculares batallas espaciales, la decepción será inmediata. Aquí lo que tenemos es estrategia pura y dura.
Los tres recursos principales (Tylium, suplementos y Scrap) son la columna vertebral de la experiencia. El Tylium es el combustible que mantiene en movimiento a nuestra flota. Los suplementos, que incluyen comida y medicinas, garantizan la supervivencia de los tripulantes. El Scrap, por su parte, actúa como moneda universal para reparar, mejorar o adquirir nuevas naves. Aprender a equilibrar estos elementos es lo que define si sobrevives o si la extinción llega más rápido de lo esperado.
La gestión de recursos es la diferencia entre tener una tripulación motivada o una tripulación que te mira con recelo porque no tienen qué comer. Resolver las crisis internas, lidiar con facciones (militares, trabajadores y el hampa) y tomar decisiones que inevitablemente dejarán a alguien inconforme, forman parte del ADN de esta entrega.
Admito que mis primeras horas en Battlestar Galactica Scattered Hopes fueron frustrantes. Un poco por torpeza, pero también porque el juego no hace concesiones. Te arroja a un espacio hostil donde cada decisión pesa, los turnos cuentan y los errores pueden significar tener que empezar desde cero.
Cada etapa está dividida en 10 turnos en los que puedes realizar múltiples acciones: reclutar soldados, arreglar desperfectos, fortalecer tu flota o resolver crisis imprevistas. Cuando la barra de turnos llega a cero, los Cylon atacan en oleadas. Si sobrevives, avanzas a la siguiente etapa. Si fallas, no hay segundas oportunidades: vuelves al inicio.
Esto convierte a cada partida en una especie de ensayo y error, donde la rejugabilidad está más en descubrir cómo optimizar tu estrategia que en encontrar sorpresas en la narrativa. Algunos lo verán como un reto justo; otros, como una trampa punitiva. Eres un capitán, quien tiene que decidir entre gastar recursos en reparar un cañonero o en suministrar medicinas a los heridos. En más de una ocasión sentí que la victoria en batalla se pagaba con el precio de la moral de la tripulación.
En batalla igualmente todo está dirigido a la estrategía. Eres el capitán de la nave, y tu decides cómo utilizar la artillería, en qué momento lanzar misiles que hacen daño a gran escala, a dónde enviar tus naves caza para proteger los buque insignia. Pero todo se hace desde la gestión y no desde la acción y el frenesí.
Visualmente, Scattered Hopes no intenta competir con los grandes nombres del mercado. Su estilo artístico remite a los arcades de los ochenta, con un aire clásico que, personalmente, me pareció coherente con la propuesta. No busca deslumbrar, sino acompañar. El apartado sonoro merece mención aparte. Sin recurrir a grandes orquestas ni efectos cinematográficos, logra transmitir tensión. Ese silencio cargado en medio del espacio, interrumpido por alarmas y sonidos metálicos, contribuye a que cada decisión se sienta más pesada.
Pero no voy a endulzarlo y he de ser honesto: este no es un juego hecho para las masas. No es accesible, inmediato o indulgente. Su público objetivo es claro: los fanáticos de Battlestar Galactica que disfrutan de la estrategia, la gestión de recursos y los desafíos que requieren paciencia. Para ese nicho, el juego puede ser un festín: es meticuloso, castiga la improvisación y recompensa la planificación. Para todos los demás, probablemente se sentirá como un muro infranqueable.
Un juego exigente, fiel al espíritu de la ciencia ficción
Battlestar Galactica Scattered Hopes no es un juego que busque agradar a todos, y en esa honestidad radica su mayor fortaleza. Prefiere ser fiel al espíritu de la saga (la supervivencia en condiciones imposibles, el peso de las decisiones, la tensión constante de estar al borde de la extinción) antes que diluirse en un producto de acción genérica.
No es una entrega para quienes buscan diversión inmediata. Es un juego que incomoda, frustra y exige. Pero también es un juego que, cuando logra conectar contigo, te hace sentir que realmente estás al mando de una flota que depende de ti para sobrevivir. Al final, Scattered Hopes es lo que su nombre indica: esperanzas dispersas. Un juego que ofrece pequeños destellos de luz en medio de la oscuridad espacial, y que solo los capitanes más pacientes y comprometidos podrán transformar en una victoria.
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