¿Vale la pena jugar The Legend of Zelda: Majora’s Mask en 2025? El viaje más oscuro de Link celebra su 25 aniversario

La historia de The Legend of Zelda en las consolas de Nintendo está plagada de excelentes títulos que han moldeado la industria del gaming. Aún así, hay algunas entregas que han sido opacadas pese a ser verdaderas obras maestras. El ejemplo perfecto es Majora's Mask que, 25 años después de su lanzamiento, sigue viviendo a la sombra de Ocarina Of Time.

Sin embargo, su aniversario, que se celebra el 27 de abril, nos hace preguntarnos si vale la pena revivir este clásico de Nintendo 64 y GameCube en 2025. La respuesta es un poco obvia, pero entender por qué conserva el encanto después de tantos años es un buen tema, que trataremos a continuación.

Termina, el mundo desolado por el cataclismo

En The Legend of Zelda: Majora's Mask volvemos a tomar el papel del Héroe el Tiempo, Link. Lo que inició como una búsqueda de su gran amiga, Navy, terminó llevando a nuestro protagonista a una aventura por salvar al pueblo de Termina, una tierra que pareciera paralela de Hyrule. Este conflicto es ocasionado por un misterioso antagonista, llamado Skull Kid, que porta una máscara que le otorga el poder de terminar con todos estrellando la luna con el mundo.

La tierra de Termina, desolada por un cataclismo inminente, es un escenario más oscuro y melancólico que cualquier otro en la saga. Majora's Mask introduce un sistema de tres días en el que todo gira en torno al tiempo: los eventos, los personajes y sus historias dependen de lo que hagamos y cuándo lo hagamos. Así que, si creías que el juego anterior ya tenía suficientes saltos en el tiempo, su secuela lleva el concepto a su punto máximo de la saga.

Cada rincón del mapa está cargado de emociones, desde el miedo hasta la resignación, que se aumentan con el pasar de los días. Esto hace que el juego tenga una estructura única que, más que en presentarte una aventura en donde debes visitar Templos a diestra y siniestra, Majora's Mask propone al jugador conocer Termina a través de su gente. El peso narrativo de cada personaje hace que Termina se sienta un lugar más vivo que Hyrule, logrando que te preocupes por salvar a la gente del impacto lunar.

Un gameplay que se siente familiar... pero anticuado

The Legend of Zelda: Majora's Mask nació para ser una secuela directa de los acontecimientos de Ocarina of Time, pero no solo en términos narrativos. El gameplay está muy influenciado por la hazaña que logró su predecesora al llevar mecánicas clásicas de los juegos 2D al formato 3D. La gran diferencia recae en los nuevos items que son parte fundamental de esta entrega: las máscaras. Link hará uso de ellas para poderse transformar y/o heredar habilidades de las distintas razas que hay en el juego.

Dominar el rodaje de los Goron, saber planear como los Deku o nada a grandes velocidades como los Zora son algunas de las habilidades que tú como jugador deberás de dominar para salir adelante. De hecho, más que dominar las herramientas clásicas, lo que marcará tu aventura es realmente adentrarte en el papel de las máscaras que portes. Usar la lógica de estos seres es crucial para salir de un apuro o de una quest sin aparente solución.

Aunque el control de Link se siente familiar para quienes jugaron Ocarina of Time, algunos aspectos técnicos hoy pueden percibirse toscos. El sistema de apuntado, los combates y ciertos saltos de precisión muestran las limitaciones del hardware original (incluso si lo juegas en el emulador de Nintendo Switch). Aún así, el diseño de los acertijos y la forma en que las máscaras se integran en la exploración mantienen el reto fresco y gratificante.

Las mecánicas del ciclo de tres días también imponen una presión constante que puede resultar frustrante para nuevos jugadores. No obstante, una vez entiendes el ritmo del juego y aprendes a manipular el tiempo a tu favor, Termina se abre como un mundo que premia la planificación y la atención al detalle. Cada transformación, cada misión secundaria y cada interacción suma a la sensación de estar corriendo contra el reloj para evitar el fin del mundo.

La banda sonora es otro de los aspectos que hicieron legendario a Majora's Mask. Mezclando temas conocidos de la franquicia, con los propios de la entrega, tal vez sea en este juego en donde encontramos los temas más lúgubres. La música ayuda a entender las emociones de Termina; una combinado de miedo y esperanza, que paulatinamente se convierte en histeria colectiva.

Vaya, resaltar solo un tema sería injusto, pero el que representa mejor el punto anterior es Oath to Order, la canción más importante del juego; la que ayuda a Link a reunir a los Guardianes para evitar la caída de la luna. La sonata es bastante triste, con un ritmo lento, e instrumentos que parecen asemejar el lamento de los Guardianes ante el dolor de su confinamiento. Sin embargo, cuando logras aprenderla al completo, sale a la luz su intención verdadera: en la tristeza siempre hay una luz de esperanza, que cierra el círculo de la historia.

¿Vale la pena Majora's Mask en 2025?

La respuesta es un rotundo sí. Majora's Mask no es solo un clásico que merece ser recordado, sino una de las experiencias narrativas más profundas que Nintendo ha ofrecido. Su estructura basada en el tiempo, la evolución de los personajes y la constante sensación de urgencia lo convierten en una joya atemporal que, aún con sus detalles técnicos anticuados, sigue transmitiendo emociones que muchos juegos modernos no logran.

Jugarlo hoy es sumergirse en un mundo que enseña sobre la pérdida, la esperanza y la resiliencia de maneras sutiles pero contundentes. Es reencontrarse con un Zelda que no temió abrazar la oscuridad para contar una historia única. Y sobre todo, es recordar que incluso en el final más inminente, siempre existe la posibilidad de cambiar el destino.

Majora's Mask no es solo un juego para revivir; es un viaje que, aunque viejo, sigue teniendo algo nuevo que decirnos cada vez que lo jugamos.