Cuando Akira Toriyama falleció el 1 de marzo de 2024, el mundo del manga y el anime perdió a uno de sus pilares más influyentes. La noticia caló hondo no solo entre sus colegas y lectores, sino también entre generaciones enteras que crecieron con Goku, Vegeta y compañía. Pero como ocurre con toda obra de este calibre, Dragon Ball no terminó con su creador. Su legado, cuidadosamente cultivado durante décadas, encontró en Toyotaro a un sucesor digno de confianza, no solo por su talento, sino porque fue el propio Toriyama quien lo eligió personalmente para continuar el camino.
El maestro eligió a su sucesor
Toyotaro, actual responsable del manga Dragon Ball Super, reveló en una entrevista con el medio Le Journal de Mickey, que fue el mismo Toriyama quien lo nombró su heredero artístico. Y no fue por casualidad ni por capricho. Toyotaro había demostrado su pasión desde mucho antes de llegar a Shueisha, publicando historias no oficiales.
“Ser elegido personalmente por él como su sucesor fue un gran honor para mí”, confesó Toyotaro en la entrevista. Asegura que conocer al maestro fue un golpe emocional fuerte. Le impresionó su humildad y la forma en que lo animó desde el principio, destacando su trazo y su creatividad. Que el creador de uno de los universos más influyentes del entretenimiento japonés te reconozca como su heredero es, sin duda, un hito del que pocos artistas pueden presumir.
"Al dibujar a los héroes de Dragon Ball, creé mi propia secuela de la serie que propuse a la editorial Shueisha. Creo que apreciaron mi trabajo, porque en 2015 fue Shueisha quien me ofreció la oportunidad de dibujar Dragon Ball Super. Conocer al maestro Toriyama me golpeó sinceramente. Me animó, calificándome como un rasgo delicado y diciéndome que tengo muchas ideas. Ser elegido personalmente por él como su sucesor fue un gran honor para mí", confesó Toyotaro

Desde 2015, cuando Dragon Ball Super comenzó su publicación oficial, Toyotaro ha demostrado no solo una capacidad técnica formidable, sino un respeto profundo por la esencia de la obra. Ha sabido mantener la estética visual que tanto caracteriza a Dragon Ball, pero también ha aportado su estilo, rejuveneciendo a los personajes sin desnaturalizarlos. Incluso el cierre del arco de los superhéroes —el último supervisado por Toriyama— deja claro que hay una transición suave, una especie de relevo que se siente auténtico y no forzado.
Claro, no ha sido tarea fácil. Las comparaciones son inevitables, y las críticas, también. Pero es justo decir que Toyotaro no pretende ser Toriyama. Él es su discípulo, su relevo, no su clon. Entiende que su misión no es solo replicar, sino también evolucionar sin traicionar. Y eso, en un medio tan apegado a sus raíces como lo es el manga, requiere no solo habilidad, sino valentía.
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