Una de las cosas que más me gustan de la ciencia ficción es que es un género muy amplio, donde una infinidad de temas, tonos, personajes, etc., caben perfectamente. Y aunque los mundos más espectaculares suelen a asociarse a las películas o series live-action, la animación es un recurso invaluable que creadores han aprovechado para contar historias únicas. Pixar hizo los suyo con WALL-E, una excelente cinta que puedes ver hoy mismo en Disney+.
El mundo post-apocalíptico consecuencia del hombre
El tema de que los aliens, los robots, los zombis o una explosión nuclear han terminado con la vida en el planeta suenan distópicos. No tanto así la erradicación de la flora y la fauna terrícola a causa del propio ser humano y su enorme huella ecológica. Andrew Stanton, uno de los creativos más importantes de Pixar, convirtió la pesadilla de los ambientalistas en una comedia romántica con muy pocos diálogos.
Aun así, cimienta desde el minuto uno las reglas en la que el protagonista, WALL-E, tiene que desarrollar su historia. Mostrar, más que contar, es lo que hace perfectamente el filme; uno mismo recorre las calles repletas de basura junto con el carismático robot para descubrir poco a poco lo que han pasado en ellas, las historias que esconden. Como si de un libro se tratara, la ausencia de conversaciones en gran parte de la aventura abre la puerta de la imaginación para que recrees ese mundo, esa vida en el espacio, esa decadencia para que el planeta haya terminado de esa manera.
A mi consideración, WALL-E golpea a un todo: la raza humana al borde de la destrucción de su planeta por culpa de nada más y nada menos que de la búsqueda de la comodidad extrema, traída por la tecnología. Golpea la mentalidad del consumidor moderno, la forma de criar a las nuevas generaciones, la calidad de vida que resulta del sedentarismo, la vigilancia extrema en la población... así podría seguir con más temas. Pero todo surge de una comedia romántica entre dos robots que expresan mucho más de lo que dicen.


Un futuro no tan distópico
Wall-E es una historia ambientada en un futuro donde la Tierra ha quedado desolada por la contaminación y la acumulación de desechos. El protagonista es un pequeño robot diseñado para limpiar el planeta, quien pasa sus días recolectando objetos curiosos entre la basura, soñando con algo más allá de su solitaria rutina. Su vida da un giro inesperado cuando encuentra a Eva, un avanzado robot enviado para buscar signos de vida en la Tierra. Juntos, descubren una pequeña planta, símbolo de esperanza para la humanidad.
La trama se desarrolla mientras ambos enfrentan desafíos en el espacio, intentando llevar la planta a la nave Axiom, donde los humanos han vivido durante siglos en un estado de complacencia tecnológica. Su misión no solo representa un cambio para el destino de la humanidad, sino que también resalta la capacidad de los seres vivos, humanos y robots por igual, de adaptarse, aprender y redescubrir el valor de cuidar su hogar y a quienes lo comparten.
Pensar detenidamente que este futuro que plantea WALL-E no está tan lejos de nuestra realidad es lo que me fascina de la película, y por eso es una excelente recomendación en Disney+, incluso para quienes ya la hayan visto con anterioridad. La animación también puede tocar temas complejos -en este caso, suavizando el mensaje de trasfondo con la trama del protagonista y Eva-, por lo que ver la cinta desde el enfoque que propongo en esta nota sería una experiencia, de menos, divertida.
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