Las adaptaciones de videojuegos han sufrido una maldición por mucho tiempo. Ha sido hasta hace muy poco que algunos ejemplos ilustres han roto con el maleficio. Super Mario Bros., Sonic y The Last of Us son ejemplos recientes, pero no necesariamente la norma.
Sin embargo, el éxito generalmente no es la marca de la casa, cuando se habla de películas de videojuegos. Y en 2016 tuvimos uno de los ejemplos más escandalosos. Ese fue el año en el que llegó a los cines una película que prometía iniciar una saga de aventuras y fantasía que parecía perfecta para la pantalla grande e hizo todo lo posible por materializarlo, pero fue un rotundo fracaso en la taquilla, y los planes para hacer una trilogía se desplomaron.
Warcraft: El Origen fue uno de los grandes proyectos de Universal Pictures en aquel entonces. La serie de videojuegos que la película adaptaba era tremendamente popular y tenía muchos seguidores -aún los tiene-, el elenco incluía a Travis Fimmel (Vikings) como protagonista y el presupuesto era de unos nada despreciables 160 millones de dólares. Duncan Jones, hijo de David Bowie y responsable de Moon y Source Code, estaba detrás de las cámaras de la película y todos los ingredientes estaban dados para que fuera un éxito, excepto que no lo fue.
La película de Jones recaudó más de 439 millones de dólares en todo el mundo. Suena como una excelente noticia y lo es... hasta cierto punto, pues duplicó los gastos de producción. El detalle es que en los Estados Unidos hizo unos miserables 47 millones de dólares, un número catastrófico, considerando que es uno de los mercados más importantes. En el resto del mundo tampoco cumplió las expectativas. La única sorpresa fue China, donde el filme sí que resonó entre las audiencias y juntó 225 millones de dólares en taquilla. Una secuela no fue confirmada.
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