"Épico" es un término cuyo uso se ha abaratado bastante a lo largo de las últimas décadas y que, como bien se emplea para describir una obra literaria de calibre de premio Nobel, se usa también para hablar de un taco medianamente sabroso o la más reciente entrega de Call of Duty -que es igual a las 10 previas-. Pero, cuando pienso en Dune Parte 2, la verdad es que no encuentro un adjetivo más adecuado para referirme a ella que "épico", lo que no es igual a decir que el filme es perfecto, pero definitivamente es un cumplido.
Con Dune Parte 2, el director Denis Villeneuve se libera de las ataduras contextuales que hicieron del primer filme algo exageradamente contemplativo -hasta monótono para algunos-, y lleva al espectador a través de una aventura heroica imponente, que bien podría catalogarse como su obra maestra. Así que quienes se quejaron de que la primera parte era aburrida, pueden respirar tranquilos, mientras que los amantes de la escuela cinematográfica del cineasta canadiense, pueden continuar deleitándose con su singular estilo de cautivar a las audiencias.
La formidable capacidad del director para construir majestuosas atmósferas y envolver al espectador con ellas sigue más que presente, pero ahora también puesta al servicio de la explosividad, no sólo de la exposición de personajes y de culturas, en un relato que es un tercio coming-of-age story (historia de maduración) y dos tercios película bélica.
Como es lógico, seguimos nuevamente a Paul Atreides. Esta vez atestiguamos su transformación de joven duque a caudillo religioso, un proceso que, pese a lo extenso de la película (2 horas y 45 minutos), por momentos se percibe apresurado. Esto tiene una explicación argumental, pero no deja de ser difícil de asimilar y, peor aún, resta exposición a personajes nuevos, de los cuales hay varios, fascinantes, e interpretados por actores de primer nivel, como Austin Butler, Christopher Walken y Florence Pugh.
Hacía décadas que no veía a Walken en una película, y el actor es una selección perfecta para el rol de emperador. Mientras que, por primera vez en un par de años, pude ver a Austin Butler interpretando algo distinto del galán prototípico, lo cual resultó sumamente refrescante. Por desgracia, la escala de los acontecimientos es tal, que realmente es poco lo que puedes apreciar y saborear de sus actuaciones, y no son los únicos actores que, pese a tener un perfil altísimo, pasan prácticamente desapercibidos durante el desarrollo de una trama que sirve para madurar la historia, pero no llega a su conclusión con esta película.
Dune 2 hace un relato prototípico del camino del héroe e incluso hay elementos bíblicos en su estructura así que, incluso sin haber visto la primera entrega, comprenderás lo que pasa, pero como buena secuela, no la apreciarás de la misma manera, y quizás tengas que susurrar algunas preguntas a tu acompañante para ubicarte en el aquí y ahora, lo cual nunca es ideal.
El otro asunto que vale la pena abordar es si es importante haber leído los libros. Tras ver la primera película, di una oportunidad a la obra de Frank Herbert, pero no me enganché... ¡y qué bueno porque hay algunas revelaciones cruciales que se hubieran echado a perder por completo de haber leído los libros! No puedo decir más.
Dicho eso, el lado rescatable de su acelerado compás es que, a diferencia de la entrega previa, Dune Parte 2 sólo se siente densa durante la primera media hora. Entre el trámite de la alfombra roja y las típicas demoras de las premieres, llegué fulminado al inicio de la película y creí, durante esos primeros minutos, que, como algunos cinéfilos hace tres años, ahora sería yo quien encontraría la secuela "aburrida", pero como si se tratara de un movimiento sinfónico, la intensidad del hilo conductor fue subiendo hasta el punto en el que olvidé por completo todo y me involucré de lleno con lo que estaba viendo.
Esta es una de esas películas que te tienen al filo de la butaca hasta los créditos y su desenlace, pese a no ser definitivo, resulta mucho más satisfactorio y concluyente que aquel en la película de 2021, en una convergencia de hechos y personajes que parece casi teatral, pero funciona a la perfección para esta trama y este filme.
Después dal primera acto, Duna Parte 2 da poco descanso al espectador con escaso desperdicio en materia narrativa y una abundancia de manjares sensoriales que pasan, sin duda, por el fenomenal trabajo de fotografía de Greig Fraser y el majestuoso trabajo de diseño de producción de Patrice Vermette. En conjunto, Dune Parte 2 se yergue como un monumento técnico, cuyo único pecado es quizás, el abuso del CGI en algunas secuencias puntuales, pero que cautiva prácticamente con todos sus encuadres y escenas.
Ya sean en Arrakis o en Giedi Prime, durante un momento reflexivo sobre las dunas, una batalla enmarcada por explosiones nucleares o el lomo de un gusano gigante, todos y cada uno de los elementos de escenografía y vestuario están meticulosamente cuidados y trasmiten emociones muy intensas, sin necesidad siquiera de que algo concreto esté ocurriendo a cuadro. Esa es la magia de las películas de Denis Villeneuve, te hacen sentir algo en todo momento. Agrega la música de Hans Zimmer y tienes verdadero cine, digno de IMAX.
Más que los atuendos, el maquillaje o los efectos per se, lo que te roba el aliento (otra vez) es la conceptualización, las ideas transformadas en elementos visuales que te hacen sentir que lo que estás viendo en pantalla es, genuinamente, producto de una cultura ajena a la nuestra, de otro tiempo y de otro espacio, ya sea por su diseño, su textura o hasta por su color. El brutal aspecto infrarrojo de Giedi Prime, las místicas túnicas de las Bene Gesserit, la gallardía en las posturas de combate de los sardaukar o el aspecto casi celestial de la nave del emperador. Son esos detalles, transformados en imagen y audio, lo que dejan una marca indeleble en el espectador y que valen el precio de acceso, por no hablar de las batallas masivas y todo lo demás que ya describí.
Dune Parte 2 es una epopeya en toda la extensión de la palabra, una película exquisita de ver en la pantalla más grande disponible, y si me quedo con una inquietud es cómo logrará Denis Villeneuve superar su propio trabajo con Dune Messiah, aunque tengo confianza en que lo logrará.
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