La amistad de Gojo y Geto alcanza una nueva dimensión emocional en el cine. Reseña de Jujutsu Kaisen: El Tesoro Escondido sin spoilers

Las películas recopilatorias de anime cargan con un estigma difícil de sacudirse. Son, para muchos, un simple movimiento comercial: cortar, pegar y empaquetar episodios de una temporada para vender boletos de cine. Productos sin alma y propósito artístico, diseñados únicamente para ordeñar una franquicia. Lo cierto es que, viendo la mayoría de estos experimentos, uno no puede culpar al público por tener dicha percepción, con entregas en donde la mediocridad ha sido, lamentablemente, la norma.

Pero como toda regla tiene su expeción, Jujutsu Kaisen: El Tesoro Escondido / El Tesoro Perdido es una de ellas. No porque reinvente la fórmula ni porque aporte un caudal de material inédito, sino porque, desde sus primeros minutos, deja claro que hubo una intención más allá de simplemente presentar una colección de retazos.

Gojo y Geto: un verano que cambió todo

Uno de los grandes pecados de las películas recopilatorias es el ritmo. La mayoría arrastran una sensación de montaje apurado, como si la tijera del editor hubiera trabajado con prisas y sin corazón. Escenas que en la serie funcionaban bien se convierten en bloques extraños, desconectados, que interrumpen la inmersión.

En la nueva película de Jujutsu Kaisen, en cambio, el flujo es tan natural que parece que la historia siempre estuvo pensada para la gran pantalla. No hay transiciones abruptas ni la sensación de estar saltando de capítulo en capítulo. Lo que tenemos es una narrativa continua, que invita a sumergirse en una trama con principio, desarrollo y clímax, sin ese molesto sabor a refrito.

Es, en muchos sentidos, un caso raro: una recopilación que entiende que el cine necesita respirar de forma distinta que la televisión, y que aprovecha ese entendimiento para pulir su propio relato. En el centro de la historia están Gojo Satoru y Geto Suguru, dos jóvenes hechiceros de jujutsu en plena formación. La misión parece simple: proteger a Riko Amanai, la Nave de Plasma Estelar, durante unos días hasta que llegue el momento de asimilarse con Tengen, el guardián de la barrera que protege la escuela Jujutsu.

La premisa es sencilla, pero la ejecución es cualquier cosa menos predecible. Pronto, distintas facciones intentan eliminar o secuestrar a Riko, y la película nos regala una serie de combates que justifican cada centavo de la entrada al cine. El enfrentamiento de Gojo con Toji Fushiguro, por ejemplo, es un espectáculo visual: Gojo levitando en un cielo dorado, autoproclamándose: "en el cielo y la tierra, soy el único que merece veneración". Una escena que en pantalla grande tiene todavía más intensidad.

Pero lo más valioso no está en las explosiones ni en las técnicas especiales. La verdadera batalla de la película ocurre en las convicciones de sus protagonistas. Lo que comienza como una misión conjunta se convierte en un camino de divergencia, donde las decisiones éticas y la filosfía y forma de entender el mundo pesan más que cualquier maldición.

El dilema moral que define el universo Jujutsu Kaisen

Geto, especialmente, es el corazón trágico del relato. En el anime, su aparición llega con un aura de misterio: sabemos que es un antagonista, pero no entendemos cómo llegó ahí. La temporada 2 del anime nos da sus razones, y esta película recopilatoria lo reafirma. Aquí presenciamos el momento en el que sus ideales se quiebran, en el que pasa de ser un protector de inocentes a un ejecutor implacable.

Su dilema no es un simple “volverse malo”; es una crisis de fe en el propio sistema que juró defender. Y esa complejidad es lo que hace que el final golpee más fuerte. El espectador no ve a un villano nacer, sino a un héroe rendirse. Lo más interesante es que, en esta versión cinematográfica, su transformación se siente más contenida y, por tanto, más potente que en la segunda temporada del anime. No hay capítulos de relleno ni tramas paralelas que diluyan el peso de sus decisiones. Todo el foco está ahí, en ese verano que lo cambió todo.

Aunque las escenas de combate son espectaculares, no es la acción lo que define a El Tesoro Escondido / El Tesoro Perdido: lo que la eleva es su capacidad para contar una historia de amistad, traición y pérdida sin que el espectáculo visual se trague la emoción.

La película no tiene miedo de detenerse en momentos íntimos, de mostrar a sus personajes sin uniforme de batalla, solo como jóvenes con sueños, inseguridades y lealtades que pondrán a prueba. Esa dualidad (la adrenalina de la lucha y la melancolía de lo perdido) es lo que la hace destacar frente a otras producciones de anime más planas.

Sí, es una recopilación, y sí, gran parte del metraje ya lo vimos en la serie. Pero hay detalles nuevos que aportan textura. El inicio incluye un nuevo “Juju Stroll”, esa sección ligera y cómica que suele acompañar a los episodios, pero que aquí sirve para relajar el tono antes de que todo se ponga serio. El final, en cambio, es un golpe al corazón: tras el final que ya conociamos, se nos presenta una serie de diapositivas con Gojo, Geto y sus compañeros de clase, acompañadas por una versión acústica de Ao no Sumika, tema principal de la segunda temporada. Es un recordatorio cruel y hermoso de que, antes de todo, hubo risas, amistad y paz.

¿Vale la pena la nueva pelícuña de Jujutsu Kaisen?

Aquí está la pregunta incómoda. Porque, por más que el resultado sea sólido, no deja de ser un montaje de material ya existente con algunos extras. Para quienes esperan contenido completamente nuevo, la respuesta podría ser un no rotundo. Sin embargo, si entendemos que el cine no es solo sobre lo nuevo sino también sobre lo vivido de otra manera, entonces El Tesoro Escondido / El Tesoro Perdido gana puntos. No todas las obras merecen la experiencia de la gran pantalla, pero esta sí. Por su ritmo, animación y capacidad para transmitir emociones, el formato cinematográfico le sienta como un guante.

Jujutsu Kaisen: El Tesoro Escondido / El Tesoro Perdido es la prueba de que se puede hacer cine con material ya contado, siempre que se trate con respeto, cuidado y un entendimiento profundo de lo que hace especial a la obra original. Para los nuevos, es una puerta de entrada emocionante y accesible. Para los veteranos, es una oportunidad de revivir uno de los arcos más importantes con un pulido narrativo que la televisión no siempre permite.