Inspirada por el éxito de las consolas de Nintendo y PlayStation, en 2009 la empresa brasileña Zeebo Inc., formada por Tectoy y Qualcomm, lanzó al mercado la Zeebo, una consola que quedó en la memoria no solo por su diseño peculiar y poco atractivo, sino por lo infame que resultó ser. Y es que, aunque más asequible que sus competidoras, lo cierto es que este dispositivo ofrecía una de las experiencias jugables más deficientes que hayamos visto alguna vez en la industria.
¿La gran consola latinoamericana?
Desarrollada en Brasil por Zeebo Inc. en colaboración con Qualcomm, Zeebo nació en 2009 como un intento de crear una consola accesible para los mercados emergentes de LATAM. ¿Su objetivo? Ofrecer una experiencia de juego de calidad a un precio bajo; sin embargo, con un diseño rudimentario y un hardware que carecía de la potencia de sus competidoras, la consola limitó su oferta.
Y es que Zeebo estaba basada en tecnología de teléfonos móviles Qualcomm, lo que la hacía incapaz de ejecutar títulos con la calidad gráfica o de rendimiento de consolas como la PlayStation 2 o incluso consolas portátiles. Su procesador, muy por debajo de los estándares de la época, solo permitía ejecutar juegos móviles modificados con un rendimiento visual bajo y de jugabilidad pobre, lo que la convirtió de inmediato en el patito feo de la industria.
La caída de Zeebo
De esta manera, vimos versiones de juegos populares que resultaron en experiencias limitadas y de baja calidad. Títulos como FIFA 09, Need for Speed: Carbon, y Tekken 2 llegaron a la consola, pero el caso más icónico fue el de Resident Evil 4: este port, completamente desastroso, no solo tenía una calidad gráfica horrible, sino que las mecánicas de juego se veían completamente alteradas por las limitaciones de la plataforma, haciendo que el clásico de Capcom perdiera toda su esencia y se convirtiera en uno de los juegos más recordados (y criticados) de la consola.
Al final, el rendimiento de ventas de Zeebo fue tan bajo que, en 2011, la consola fue descontinuada. Las razones fueron claras: su hardware limitado, la calidad deficiente de sus juegos y la falta de apoyo por parte de desarrolladores más grandes. Pero con todo y sus malas cifras, Zeebo dejó una huella en la industria como un intento fallido de ofrecer videojuegos a un público que simplemente no podía costear consolas más caras.
Aunque Zeebo fracasó comercialmente, su intento de democratizar el acceso a los videojuegos es algo que no se puede ignorar. Fue una consola que, a pesar de sus limitaciones, ofreció una ventana para la experimentación y el acceso a juegos a una audiencia que de otro modo habría quedado excluida. Un recordatorio de que no todas las innovaciones nacen con éxito, pero todas, sin lugar a dudas, dejan lecciones valiosas.
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