Si algo que caracterizó a Dragon Ball Z fue su capacidad para sorprendernos con cada arco narrativo. Las transformaciones, los giros argumentales y, sobre todo, la presentación de nuevos personajes definió la saga desde sus primeros capítulos. Y en ese contexto, uno de los casos más icónicos es el de Bardock, el padre de Goku, cuya historia no solo expandió el universo de la serie, sino que también aportó un trasfondo emocional y trágico que rompía con el tono ligero que manejana la obra creada por Akira Toriyama.
Pero lo que pocos saben es que el Bardock que conocimos no fue el primero en ser diseñado: existió una versión previa que hoy resulta casi un clon de Goku adulto.
El primer concepto de Bardock en Dragon Ball
Este diseño preliminar fue obra del artista Katsuyoshi Nakatsuru, uno de los responsables de dar vida a varios de los personajes más recordados del anime. Según los archivos y bocetos revelados con el paso de los años en la enciclopedia oficial de Dragon Ball, esta primera concepción de Bardock obedecía a una simple indicación: “que tenga el mismo rostro que Goku”. La frase, tan directa como contundente, se tomó al pie de la letra, y lo que resultó fue un guerrero saiyajin prácticamente indistinguible de nuestro protagonista, salvo por algunos detalles de su armadura.
En esos primeros trazos, Bardock lucía una armadura más cercana a la que vimos en Raditz, su otro hijo y uno de los primeros villanos en aparecer en Dragon Ball Z. Este detalle ya dejaba entrever la intención de vincular visualmente a la familia saiyajin, resaltando su linaje guerrero. Sin embargo, el rostro seguía siendo un problema: aunque la idea de que padre e hijo compartieran rasgos es lógica, la ejecución terminaba haciendo que Bardock pareciera más bien una copia enojada de Goku.
La visión de Akira Toriyama para Bardock
Aquí es donde entró en juego la mirada crítica de Akira Toriyama. El creador de Dragon Ball, aunque no fue el autor del boceto original, tuvo la última palabra sobre el diseño final. Y, como suele suceder, su decisión marcó el rumbo del personaje: Bardock debía conservar un aire familiar, pero también transmitir un peso emocional y una rudeza que lo diferenciara de su hijo. En otras palabras, necesitaba su propia identidad.
El resultado fue el Bardock que todos conocemos: un guerrero endurecido por las batallas, con una cicatriz distintiva en la mejilla y una mirada cargada de resentimiento hacia sus enemigos. Este cambio, aparentemente pequeño, tuvo un impacto enorme en cómo percibimos al personaje. Mientras Goku representa la inocencia y la curiosidad incluso en medio de la pelea, Bardock encarna la tragedia de un soldado condenado a la guerra desde su nacimiento.
Lo fascinante de este diseño descartado es que nos permite imaginar una versión alternativa de Dragon Ball Z. ¿Qué habría pasado si Bardock hubiera mantenido ese aspecto tan parecido a Goku? ¿Habría perdido fuerza la narrativa de su sacrificio frente a Freezer? Tal vez sí. Al final, la decisión de Toriyama reafirma algo que los fans ya intuíamos: en Dragon Ball, hasta el más mínimo detalle cuenta.
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