Volver a Red Dead Redemption en 2025 es como desempolvar un viejo diario de viaje: las páginas están amarillentas, sí, pero las palabras que contiene siguen doliendo, sorprendiendo, emocionando. Se cumplen 15 años desde que John Marston cabalgó por primera vez en nuestras pantallas, y no hay mejor excusa que ese aniversario para regresar a uno de los títulos más importantes que ha desarrollado Rockstar, y uno de los más honestos y majestuosos que ha conocido el medio.
Hemos regresado para vivir la aventura de Marston en la versión de PS4 del título, jugando en una PlayStation 5, y a continuación, te decimos si vale la pena vivir esta aventura del Viejo Oeste en pleno 2025, aunque claro, la respuesta pueda parecer más que obvia.
De vuelta al Salvaje Oeste y el fin de una era
Red Dead Redemption no fue un simple hito técnico o narrativo, fue una declaración de principios. En una época donde los sandbox buscaban expandirse a lo ridículo, Rockstar optó por concentrar su visión en el ocaso de una época. El juego no celebraba el Oeste, lo enterraba.
Cada kilómetro que recorremos con John Marston no es una victoria, sino un paso más hacia el final de una era donde los códigos eran crudos, pero eran códigos al fin de cuentas. El gobierno, la civilización, la ley están llegando a todos los rincones del territorio estadounidense, y no lo hacen para mejorar las cosas, sino para arrebatar la libertad a su manera. De este modo, Red Dead Redemption no romantiza la anarquía, pero tampoco celebra la institucionalización.

Jugarlo en 2025, con una industria dominada por mundos abiertos recubiertos de íconos y tareas recicladas, es una bofetada de humildad. Aquí no hay rutinas sin sentido ni mapas atiborrados de actividades monótanas. Aquí cada misión, personaje y atardecer parece decir: “pon atención, esto importa”. Y es cierto. No importa cuántas veces hayas cruzado New Austin, el momento en el que suena Far Away al llegar a México te atraviesa el alma como la primera vez. ¿Cuántos juegos pueden presumir eso tres lustros después?
15 años después, el mundo de Red Dead Redemption se sigue sintiendo como algo majestuoso
La historia de John Marston no ha envejecido, al contrario, se siente más vigente que nunca. Un hombre atrapado entre el pasado y un futuro que no le pertenece. Un forajido que quiere redimirse, pero que sabe, en el fondo, que el sistema que lo obliga a redimirse es igual o más sucio que él. Su dilema es el nuestro: ¿qué significa ser bueno en un mundo que ya decidió lo qué eres?

La redención de John Marston
Nuestro protagonista, el rudo pero al mismo tiempo noble John Marston no es un héroe. Es un hombre que carga sus errores y que quiere corregirlos, aunque eso implique convertirse en algo que detesta. Lo fascinante es que el juego no busca excusarlo ni glorificarlo, solo lo muestra, y deja que tú decidas cuánto vale esa redención. Y lo hace con una narrativa que, aún en 2025, sigue siendo ejemplo de cómo contar una historia en videojuegos: con pausas, silencios y momentos que no están ahí para entretener, sino para construir carácter.
Claro, no todo en Red Dead Redemption es perfecto en estos días. Su sistema de apuntado automático puede sentirse rudimentario, el control del caballo tiene una curva de aprendizaje incómoda y algunas mecánicas se notan torpes para los estándares actuales. Pero todo eso palidece frente al retrato emocional que hace del Oeste.

En este juego, incluso las misiones secundarias están cargadas de humanidad. Desde el anciano que te pide llevarle flores a su esposa, hasta los encuentros fortuitos con extraños que rayan en lo absurdo, hilarante y entrañable, o las leyendas que debes enfrentar una vez cruzas al Rio Bravo para quedar en medio de un movimiento revolucionario en México. Todo está ahí por una razón, cada una de las piezas suman al cuadro y al paisaje.
Las pequeñas historias que encontramos en el camino forman parte del corazón del juego
Lo que más impresiona al revisitarlo no es su mapa —aunque sigue siendo bellísimo— ni su ambientación sonora —que es brutal—, sino la forma en que el mundo reacciona a ti. Red Dead Redemption fue pionero en lo que hoy llamamos eventos dinámicos, y aún con su limitado hardware de 2010, lograba que el mundo se sintiera vivo: asaltos en la carretera, ajustes de cuentas, peleas de bar, cadáveres en medio del campo. Uno decide si se involucra o no, pero el mundo no espera por ti.
Y ni hablar de los personajes secundarios. Muchos juegos fallan al crear un elenco que complemente al protagonista, pero aquí cada rostro e historia que se cruza con la de Marston deja una marca. Seth, el buscador de tesoros que conversa con cadáveres; Irish, el borracho mentiroso que termina ayudando; Bonnie, quizá uno de los personajes femeninos más sobrios y bien escritos de la época. Incluso aquellos con arcos más breves se sienten humanos. No están ahí solo para darte una misión, están ahí para reflejar las muchas formas en las que un hombre,o una nación, puede perder el rumbo.

En lo técnico, claro, los años pesan, pero fue tan bueno lo que Rockstar hizo que incluso 15 años después se trata de una entrega que se juega bien, sorprendentemente bien. No porque sus controles sean precisos o su interfaz moderna, sino porque su ritmo te obliga a jugar de otra forma. Más lento, más atento, más emocional. Como una novela que no puedes devorar de un tirón, sino que necesitas saborear.
Y es que, en un medio que parece obsesionado con lo inmediato, lo fugaz y lo espectacular, volver a Red Dead Redemption es un acto casi de rebeldía. Es recordarnos que los videojuegos pueden, y muchas veces deben, hablar de cosas más profundas. Que pueden ser tan literarios como un buen libro, tan cinematográficos como una gran película. Que pueden doler y perdurar en el colectivo imaginario de las personas pese a que hayan pasado tantos años.

¿Vale la pena jugar Red Dead Redemption en 2025?
Sí, vale la pena como vale la pena volver a leer a John Steinbeck, ver una película de Sergio Leone o escuchar a Johnny Cash. Tiene esa nostalgía de un mundo que se va desvanciendo de a poco debido a la idea de progreso que tiene la civilización, esa sensación de sentirse un inadaptado en un mundo al que ya no pertences. Porque hay cosas que envejecen con dignidad y se hacen más sabias con el tiempo.
Y si tienes el valor de volver a ensillar con Marston, prepárate. Porque el viaje, aunque lo conozcas de memoria, volverá a romperte el alma y mantendrá tu capacidad de asombro intacta. Y esa es, tal vez, la prueba definitiva de que esto no fue solo un videojuego, fue una experiencia que, quince años después, sigue galopando en nuestra memoria y corazón.
Ver 0 comentarios