Pocos la recuerdan, pero a inicios de la década de los ochenta Hanna-Barbera produjo una serie animada de Pac-Man. El resultado fue una caricatura de tono familiar, de apenas dos temporadas, que impulsó la relevancia del pequeño conjunto de píxeles haciendo que, por lo menos en Norte América, se consolidara como un ícono más de la cultura pop.
La serie de Pac-Man de Hanna-Barbera
Creada en 1982 y en pleno auge del videojuego, Pac-Man llegó como una apuesta de Hanna-Barbera para capitalizar el éxito del pequeño avatar amarillo. De esta manera, el estudio, conocido por producciones como Scooby-Doo, Los Supersónicos o Tom y Jerry, logró un acuerdo con Namco para adaptar el universo del videojuego a un formato animado bajo la dirección de Mark Evanier. Con ello, Pac-Man se convirtió en el primer personaje de un videojuego en protagonizar su propia caricatura.
La trama, como ocurre con cualquier trabajo de Hanna-Barbera, era bastante sencilla: en la historia, Pac-Man vivía en Pac-Land junto a su familia, su esposa Ms. Pac-Man, y su hijo, Pac-Baby, y cada episodio narraba sus enfrentamientos contra los fantasmas Blinky, Pinky, Inky y Clyde. De esta manera, cada capítulo ofrecía una buena dosis de humor y aventuras ligeras, dirigidas principalmente a un público infantil.
Sin embargo, a pesar de su popularidad inicial, la serie terminó en 1983 tras solo 44 episodios como resultado de la saturación del mercado de videojuegos, provocando el declive en la popularidad de Pac-Man frente a otras franquicias. Además, la serie no logró sostener el mismo nivel de audiencia que otras producciones de Hanna-Barbera.
Personajes como Pac-Man, Mario y Sonic han trascendido sus medios originales, convirtiéndose en embajadores de la cultura pop a través de animaciones, películas o cualquier otro tipo de mercancía. En el caso de Pac-Man, su paso por la televisión a inicios de la década de los ochenta como una obra más de Hanna Barbera solo reforzó su estatus como un ícono.
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